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Politica - 08.07.2019

El secesionista que empujó a un hombre en el Metro de Barcelona por llevar una bandera española podría haberse fugado a México

Estación de metro en Barcelona –

La juez emite una orden europea para su detención y entrega con difusión internacional

Los Mossos d’Esquadra no tienen ninguna duda de que fue Omar E. quien, la tarde del 10 de noviembre de 2018,empujó escaleras abajo en la estación de Metro de Urquinaona de Barcelona a un hombre por portar una bandera española.

La víctima, aunque no era agente, acababa de participar en una manifestación convocada por la asociación Jusapol para reclamar mejoras laborales para policías nacionales y guardias civiles. Omar E. eligió a la víctima «al azar», únicamente movido por el odio que desprende «contra personas y organizaciones de carácter unionista», según dejan claro los informes policiales del caso a los que ha tenido ABC.

Pero Omar E. todavía no ha rendido cuentas ante la justicia por su supuesto ataque gratuito. Plantó a la juez cuando esta lo citó a declarar como imputado, y luego desapareció sin dejar rastro.

Por eso la juez, en un auto al que ha accedido ABC, ha emitido una orden europea para su detención y entrega con difusión internacional. Lo habían pedido tanto la Fiscalía como los abogados de la víctima, Javier Aranda y Sandra Melgar. Quieren darle caza para sentarlo ante la justicia.

Los Mossos identificaron a Omar E. después de cotejar las imágenes de la agresión que habían captado las cámaras del Metro, con las que los propios agentes registraron antes de la contramanifestación, de perfil independentista y antisistema, que se había convocado esa misma mañana para boicotear la marcha de Jusapol. En ella había participado el agresor en compañía de un amigo.

Luego, gracias al rastreo de la cuenta de Facebook de su acompañante –también imputado en esta causa– cerraron el círculo: los investigadores confirmaron que él había sido el autor de la agresión. Y comprobaron también que Omar E., de unos 40 años, ya figuraba en los archivos policiales, denunciado anteriormente por hacer grafitis sobre mobiliario urbano.

Pero los agentes no lo encontraron cuando acudieron al domicilio de Barcelona que figuraba en su ficha policial. Así que, echando mano de nuevo de las cámaras del Metro, y a través del análisis los movimientos de la tarjeta de transporte que había utilizado el día de la agresión, comprobaron sus rutinas, para dar finalmente con él cerca de la estación en la que diariamente se subía al suburbano. Quedó en libertad y luego fue citado a declarar como investigado en sede judicial, pero no se presentó a la cita.

Por eso la juez que instruye el caso ordenó en febrero, sin éxito, su detención. Pero la Policía comunicaba a la juez que no había rastro de Omar E. en territorio nacional, y que los indicios apuntaban a que podría haberse fugado a México, de donde es natural su pareja, según resumen en el mismo auto la juez. Los abogados de la víctima no tienen todavía constancia de si la búsqueda internacional del fugitivo ha dado ya algún resultado.

Un ataque ideológico

Los investigadores, que gracias a un exhaustivo análisis de las cámaras y de las testificales tienen claro que Omar E. es el responsable de la agresión del Metro, tampoco tienen dudas de que la motivación del ataque fue ideológica. Ni el agresor ni su compinche conocían a la víctima, elegida de forma aleatoria. Pero los dos investigados sí que sabían que el hombre había participado en la manifestación de Jusapol que acababa de finalizar en las inmediaciones, pues «llevaba de forma visible una bandera y una gorra de España», tal y como recogen los informes policiales del caso. La víctima también portaba una camiseta de un grupo de música neonazi, pero no era visible en el momento de la agresión; estaba tapaba por una sudadera.

El rastreo del Facebook del agresor tampoco deja margen a la duda. Su perfil apunta al «odio que tiene contra personas y organizaciones de carácter unionista», según los Mossos. Ahora, la defensa de la víctima espera que los siempre engorrosos trámites de justicia internacional pueda dar sus frutos para capturar al agresor.

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