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Opinión - 16.02.2019

Una suma no es igual que la otra

Los parámetros de estas elecciones abren una nueva realidad poselectoral. Las alianzas tendrán que ser a tres

Lo importante es lo que sumen los bloques, mucho más que lo que pueda obtener cada contendiente de manera individual: esa va a ser la obsesión de los partidos una vez ha saltado por los aires la posibilidad de que en España un partido se aproxime a la mayoría absoluta. Tampoco con dos se llega; las alianzas tendrán que ser a tres. Esta es la machacona previsión de todos los estudios electorales por lo que los parámetros de estas elecciones abren una nueva realidad poselectoral.

Esa es una novedad, pero también lo es el ataque frontal y personal al presidente del Gobierno. Las siglas del PSOE no serán objeto de especial atención: todas las baterías apuntarán a Pedro Sánchez, hasta convertir estas elecciones en un plebiscito acerca del inquilino de La Moncloa en los últimos ocho meses.

Nunca antes, por continuar con las novedades, se ha dado tanta volatilidad del voto: muchos ciudadanos no decidirán su opción electoral hasta el último tramo de la campaña. Nunca antes, tampoco, la extrema derecha había tenido posibilidades de entrar en el Parlamento y ser determinante para formar Gobierno.

Con los datos preelectorales parece que los dos bloques están ya prefijados e incluso que el Partido Popular, Ciudadanos y Vox parten con ventaja. En el lado del Gobierno, sin embargo, llaman la atención sobre la complejidad de la ley electoral y el hecho de que la España vacía suela ser inhóspita para el tercer y cuarto partido; qué decir ya del quinto. Por ello, la presencia en votos de Vox en toda España, así como la intensa subida de Ciudadanos en todas las circunscripciones, puede que no se traduzca necesariamente en escaños donde el bipartidismo tiene aún las mayores ventajas. Ese es el orden preelectoral —y, por tanto, cambiable—, que sitúa a los socialistas como primera fuerza, seguidos de los populares. Pero en España se celebran 52 elecciones, tantas como provincias, recalcan en los aparatos de los dos principales partidos.

La lógica electoral de dar preeminencia a esos dos partidos añade el plus que lleva aparejado quien se presenta a las elecciones como presidente del Gobierno. Esa es una de las bazas del equipo del presidente, inmune y poco impresionable, aparentemente, ante las cargas de profundidad que le preparan PP y Ciudadanos. Se le acusa de traicionar a España y de gobernar con quienes quieren romperla. Quiere creer Sánchez que la España “de la moderación” no escuchará e incluso repelerá esos juicios. Su esperanza es haber dejado la impronta de su proyecto político, aunque solo hayan sido ocho meses de Gobierno. El problema estará en los partidos con los que tiene que pactar. Le será difícil sumar, pero si las cuentas dieran con Podemos y los independentistas, también con el PNV y Compromís, la complejidad para llegar a acuerdos se antoja cercana a lo insuperable. No parece que esa dificultad vaya a darse con el otro bloque. Una suma no es igual que la otra.

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