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Opinión - 09.02.2019

Si me das a elegir entre Proust y Los Chunguitos

Pocas canciones reflejan como ‘Me quedo contigo’ la historia sentimental de España

Uno de los ensayos más famosos de Marcel Proust se titula Elogio de la mala música. Así arranca este texto, recogido en Los placeres y los días: “Detestad la mala música, pero no la despreciéis. Se interpreta y se canta mucho más y con más pasión que la buena, de tal forma que se ha ido llenando a poco a poco con los sueños y las lágrimas de la humanidad. Que por este motivo os sea venerable. Su lugar, nulo en la historia del arte, es inmenso en la historia sentimental de las sociedades”. Sería tremendamente injusto sostener que la canción Me quedo contigo (Si me das a elegir) es mala música; se podría cambiar por música popular, por ejemplo, pero el resto de la frase del autor de En busca del tiempo perdido es aplicable al tema de Los Chunguitos, que Rosalía interpretó en la gala de los Goya.

El letrista Juan Mari Montes relataba en un artículo en este diario “la vida infinita” de una canción que ocupa un lugar inmenso en la cultura española de los últimos años y que se ha mantenido viva a través de diferentes versiones. La interpretación que Manu Chao hizo en la ciudad vascofrancesa de Bayona hace unos años cuenta con 56 millones de reproducciones en YouTube y con miles de comentarios, entre ellos uno que indica claramente que más allá de la letra, la melodía también es capaz de despertar pasiones. Un ciudadano británico escribió: “No entiendo una mierda, pero la escucho todos los días”.

Me quedo contigo es una canción de amor y de huida hacia ninguna parte, sin duda, pero también un tema que refleja un momento de la sociedad española, el final de los años setenta y los ochenta, cuando triunfaba el llamado cine quinqui. De hecho, fue el tema principal de la película Deprisa, deprisa, de Carlos Saura, el mejor de aquellos filmes que relataban la vida de los que se habían quedado al margen de la sociedad, de las barriadas pobres devastadas por la heroína, de la sensación de peligro que durante unos años invadió unas calles que acababan de recuperar la libertad con la llegada de la democracia.

Proust tenía toda la razón cuando sostuvo que la música puede resumir los sueños y las lágrimas de una sociedad. Sirva el éxito renovado de Me quedo contigo para recordar lo que somos y lo que fuimos, para celebrar que nunca se haya acabado el amor, pero, lamentablemente, tampoco la injusticia.

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