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Opinión - 13.01.2020

Primera coalición

PSOE y Unidas Podemos fijan garantías para el entendimiento en el Gobierno

Con la designación del ministro de Justicia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cerró a última hora del sábado la composición de su nuevo Gabinete. Sánchez ha debido encajar las piezas del primer Ejecutivo de coalición desde la Transición en condiciones difíciles, superando los recientes roces políticos con la fuerza con la que compartirá el Gobierno y en un contexto de tensiones con la oposición que alcanzó su apogeo en las jornadas de investidura. El Partido Socialista y Unidas Podemos han adoptado un protocolo para regular la acción diaria de gobierno, y han establecido, además, un órgano de seguimiento del cumplimiento del pacto. La multiplicación de estas garantías es un mensaje acerca de la compartida voluntad de entendimiento, pero deja constancia, a la vez, de la situación de mutuo recelo de la que parten. La filtración de los nombres que ocuparán las carteras asignadas a Unidas Podemos fue la primera evidencia de que las formas políticas son distintas en ambas formaciones, y tendrán que ir ajustándose con la mayor celeridad posible.

Sánchez ha formado un Gobierno paritario, en el que, además, el peso institucional de las mujeres es mayor que el de los hombres. No solo por la designación de tres vicepresidentas, sino también porque son mujeres las encargadas de áreas decisivas de la gestión, como la económica, la de comunicación o Asuntos Exteriores. En todo caso, los perfiles netamente políticos están equilibrados con los que aportan experiencia técnica, tanto en el caso de los miembros del antiguo Gabinete que seguirán formando parte del actual como en el de las nuevas incorporaciones. A este respecto, destacan los nombramientos de la responsable de la política exterior, Arancha González, y del encargado de una nueva cartera de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones, José Luis Escrivá. Su llegada al Ejecutivo, así como la de los ministros propuestos por Unidas Podemos, no limitan la intención de fondo de garantizar en la medida de lo posible la continuidad de los equipos. El radio de acción asignado a Unidas Podemos tiene un claro contenido social, enmarcado, sin embargo, por un equipo económico comprometido con el rigor presupuestario y los objetivos reclamados por Bruselas.

La necesidad de compatibilizar la corrección de las desigualdades provocadas por la crisis de 2008 con los compromisos de reducción del déficit, así como la de dar entrada a los miembros de Unidas Podemos, han sido determinantes a la hora de fijar la estructura del Gobierno. Por una parte, Sánchez ha optado por desdoblar carteras para no prescindir de ministros con los que deseaba seguir contando, y, por otra, ha aumentado hasta cuatro las vicepresidencias, el número más alto en los Ejecutivos del periodo democrático. De la gestión que desarrollen los titulares dependerá que la multiplicación de carteras se justifique o no, aunque esta haya sido en cualquier caso la principal crítica de la oposición. El nuevo Ejecutivo prometerá hoy mismo los cargos ante el rey Felipe VI, sin contar con el plazo de cortesía que solía concederse en el pasado. Reclamarlo en estos momentos tiene más sentido que nunca: un periodo de moderación, siquiera breve, contribuiría a distinguir entre el ruido estéril y los verdaderos problemas del país.

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