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Opinión - 09.05.2019

La sociedad del selfi

La imagen es tan seductora como omnipresente. Con un móvil en la mano, hoy en día se cometen toda clase de desafueros

El afán por fotografiar, grabar y subir a la web o a las redes sociales hasta el más mínimo e irrelevante hecho en la vida de una persona es una muestra del enorme poder de la imagen. Ya apuntaba Maquiavelo la importancia de la reputación de un gobernante y el cuidado de su apariencia. La sociedad del selfi podría asentarse sobre una de las máximas del político y diplomático florentino: “Los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos; porque el ver pertenece a todos, y el tocar a pocos”.

En la era de Instagram, la imagen es tan seductora como omnipresente. Para muchos, cada instante pasa por la red social. A veces, superando los límites que recomienda el respeto a los símbolos, la adecuada cortesía hacia la dignidad humana o el mero sentido común. El Museo de Auschwitz, en Polonia, ha pedido a los visitantes que se acercan al campo de exterminio nazi que lo hagan con la debida consideración hacia lo que el recinto representa. Declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, Auschwitz y el vecino campo de Birkenau encarnan la crueldad nazi en toda su inmensidad, un lugar diseñado para la aniquilación de los judíos entre 1940 y 1945. Más de un millón de personas murieron dentro de sus alambradas, muchas en las cámaras de gas. Las mismas vías por las que circulaban los trenes de la muerte en Birkenau se han convertido para muchos visitantes en un escenario propicio para fotografiarse haciendo equilibrios sobre los raíles y subiendo posteriormente las imágenes a la web. Los responsables del museo reprueban estos comportamientos, que tienden a banalizar el Holocausto, y piden respeto a la memoria de las personas que murieron asesinadas en aquellos lugares.

Con un móvil en la mano, hoy en día se cometen toda clase de desafueros. Al menos un pasajero del avión ruso que se incendió hace pocos días antes de aterrizar en el aeropuerto de Moscú —en el que murieron abrasadas 41 personas— grabó desde la ventanilla las llamas que comenzaron a expandirse por el exterior de la aeronave. En la filmación se ven también imágenes del interior del aparato y se escuchan los gritos de pánico de los pasajeros. Como era de prever, el vídeo es viral.

En la sociedad de la imagen, donde la egolatría no tiene fin, hay límites que convendría no sobrepasar.

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