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Opinión - 24.05.2019

Impuestos

Es curioso que unos partidos nos ofrecen el cielo, o casi, a base de quitarlos y otros a base de aumentarlos

Cuando alguien se toma la molestia de leerse los programas de los distintos partidos que concurren a las elecciones, acaba teniendo una idea aproximada de lo que proponen, pero no siempre queda claro cómo van a conseguirlo. Saben todos ellos que nos aseguran un futuro mejor pero, en realidad, muy pocos nos explican cómo se va a pagar eso. Porque está claro el quién: el votante.

Por fortuna hay un método infalible que permite dilucidar si lo que se promete es realizable, dado que los recursos son, ¡ay!, limitados. La visión de los diferentes partidos tiene que ser contrastada para que se pueda creer.

Porque todos, naturalmente, nos ofrecen mejorar la vida que llevamos. Es curioso, sin embargo, que unos nos ofrecen el cielo, o casi, a base de quitar impuestos, y otros a base de aumentarlos. ¿A quién hacemos caso?

Lo mío, tengo que reconocerlo, es propio de un nenaza, o sea, que tiendo a no creerme lo de los panes y los peces. Por eso, entre otras razones, voto a la izquierda. No veo de ninguna manera que la sanidad o la educación puedan mejorar si no se echa un montón de dinero en los centros públicos adecuados. Esperanza Aguirre vendió esa pócima a los madrileños durante años, por ejemplo, y consiguió que la Comunidad de Madrid se convirtiera en un paraíso fiscal para los millonarios y que los niños madrileños tuvieran la escuela pública más pobre siendo ciudadanos de la Comunidad más rica.

De ella, de Esperanza Aguirre, parece haber aprendido Albert Rivera, jefe de Ciudadanos, cuando basa gran parte de su campaña en los recortes que le va a pegar a los impuestos socialistas.

Ya lo había avisado Rivera, cuando le quitó al partido la etiqueta incómoda de socialdemócrata. No es en vano el juego de manos con los impuestos. Si uno se hace de derechas tiene que ser consecuente y defender a los ricos, no solo agitar banderas españolas, cosa que en la meseta no suele ofender a nadie si no llevan el aguilucho franquista incrustado en el centro.

O sea, que la derecha en la Meseta se queda donde siempre, en lo que les une de verdad, que son los impuestos. Lo de las procesiones y la patria va siempre por zonas. Y es bien cierto, sobre todo desde las guerras carlistas, que la derecha en España se divide más por la bandera que por la presión fiscal.

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