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España - 08.06.2019

Iglesias planta cara a sus barones rebeldes

El líder de Podemos rechaza la descentralización del partido que exigen sus críticos tras el descalabro del 26-M

Dos semanas después del descalabro del 26-M, Pablo Iglesias se sentó frente a frente con sus barones territoriales, algunos de los cuales le responsabilizan de un retroceso electoral que ha supuesto perder los 'ayuntamientos del cambio' y tocar fondo en todos y cada uno de los parlamentos autonómicos.

El líder de Podemos ha abierto esta mañana el Consejo Ciudadano Estatal –máximo órgano de gobierno del partido entre asambleas ciudadanas– con humildad. «Hemos sufrido un retroceso más que notable que llama la atención. Salvo excepciones son unos resultados muy malos», ha reconocido poco después de tender la mano a los dirigentes territoriales: «Quiero escucharos a todos». Pero no parece que lo que vayan a poder decirle después a puerta cerrada vaya a cambiar lo más mínimo su visión de partido. Y es que segundos después de Iglesias ha pasado a la ofensiva.

Lo primero que ha hecho el secretario general es sacar pecho por sus números del 28 de abril. «Llama la atención que se haya producido este resultado el 26 de mayo tan solo un mes después de las generales, en las que fuimos de abajo a arriba y obtuvimos un resultado superior a lo que cabía esperar semanas antes de las elecciones», ha destacado. Era la estrategia prevista. Fuentes del partido ya habían resaltado que mientras que Iglesias se hizo con un 14,3% de los votos en las generales, los candidatos territoriales se quedaron tan solo cuatro semanas después en una media del 6,8%. El mensaje que ha lanzado el jefe de filas a quienes han pedido su cabeza estas últimas dos semanas es que, a día de hoy, él sigue siendo el mayor activo político del partido.

En su ataque nada velado ha puesto en duda la idoneidad de algunos de los candidatos autonómicos. Se ha referido sin disimulo al candidato en Aragón, Nacho Escartín, uno de los más críticos tras las autonómicas con el líder nacional. No le ha nombrado, pero sí a Pablo Echenique para resaltar que con él como cabeza de lista Podemos obtuvo en 2015 más de un 20% de los votos frente al 8% de Escartín.

Una vez defendido su liderazgo, el secretario general ha apuntado contra quienes piden una descentralización del partido para convertir a cada territorio en una organización cuasi autónoma. Es la exigencia que desde hace años mantiene sobre la mesa la andaluza Teresa Rodríguez y a la que tras el 26-M se han sumado otros dirigentes como el propio Escartín. «No es broma. Cuando en la campaña llegaba a un territorio tenía que preguntar a los compañeros como nos llamábamos allí para no equivocarme», ha dicho. «Y si nos causa confusión a nosotros, es evidente que ha muchos ciudadanos también», ha añadido.

Gobernar con el PSOE

Iglesias también se ha aferrado a su intención de entrar en un Gobierno de coalición con el PSOE, una posibilidad que rechazan los sectores más izquierdistas de Podemos, con los anticapitalistas a la cabeza. Según ha justificado, a pesar de los sucedido en las autonómicas y las municipales, los casi cuatro millones de votos de las generales siguen teniendo el mismo valor a la hora de condicionar la investidura.

Ha hecho también hincapié en que los acuerdos programáticos son «papel mojado» si no se está en el Consejo de Ministro para asegurar que se cumplen o que sin Podemos a su lado vigilándolos los socialistas «se irán en cuanto tengan oportunidad con la derecha». Para Iglesias es evidente que Pedro Sánchez ya ha intentado atraer a Ciudadanos, e igual de evidente es que no lo ha conseguido.

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