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Opinión - 18.09.2019

Valores europeos

La sociedad española es la que menos confianza tiene en las élites políticas

Apuntaba Jacques Delors que todos “somos europeos porque estamos conectados por los valores de la democracia”. Con algunas diferencias, los cinco países más poblados de la UE comparten un catálogo de intangibles bastante homogéneo. Pertenecer a una supraestructura es como disponer de un GPS que va señalando el camino por el que circular. Pero no hay sociedades clónicas. Cada nación tiene sus propios rasgos. Los españoles se declaran ideológicamente más de izquierdas que sus vecinos comunitarios; son más abiertos con la inmigración, siempre y cuando haya empleo disponible, y tienen una percepción más optimista respecto al cambio climático porque piensan que quizá sea posible revertir el calentamiento global y sus consecuencias medioambientales.

Comparada con otras sociedades de la UE, la española es la que menos confianza tiene en las élites políticas y la que considera que el nivel de corrupción es particularmente elevado, como refleja el estudio sobre valores y actitudes en Europa elaborado por la Fundación BBVA y realizado en Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y España. Los recelos hacia la clase política ya despuntaban claramente en las encuestas del CIS. En los últimos años, este organismo viene preguntando regularmente sobre los principales problemas de los españoles. La clase política, los partidos y los políticos son una constante. Los europeos ven a los partidos como instituciones clave de la democracia, pero en España (55%), Francia (69%) e Italia (75%) creen que las formaciones tradicionales ya no les representan adecuadamente.

La desafección hacia los políticos es un fenómeno común, si bien el umbral de confianza obtiene en España el suspenso más revelador: un 3,2 sobre 10, frente al 3,8 que cosechan de media los otros cuatro países evaluados. Los españoles sospechan también de las redes sociales, los bancos y las instituciones religiosas, pero tienen fe en médicos, maestros, científicos, policías, jueces y militares.

Todos los europeos abrazan con orgullo los símbolos de su propio Estado y calibran que la salida del Reino Unido tendrá consecuencias más negativas que positivas. Sin este significativo socio, la UE se debilitará. Perder a uno de los cinco principales miembros del club indica que el GPS tiene que reconectarse.

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