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Opinión - 11.10.2019

Un pintor de manos blancas

A Jon se le conoce en su pueblo por el mismo apodo que usaba cuando estaba en activo como asesino en serie, ‘Karaka’, un apelativo cariñoso

Hoy, como muchos otros días, aparecen en las portadas de los periódicos las caras de algunos asesinos. Samuel Little es uno de ellos. Ese tipo mató a más de 50 mujeres, y se convirtió en el mayor asesino en serie de Estados Unidos. Pero allí no le festejan. Se ve que los americanos no tienen un sentimiento patriótico suficiente.

En España, sí. En España somos más patriotas. Por ejemplo, en Galdakano, donde el Ayuntamiento, presidido por EH Bildu, ha prestado su colaboración para que otro asesino en serie, Jon Bienzobas, exponga su obra pictórica. A Jon se le conoce en su pueblo por el mismo apodo que usaba cuando estaba en activo como asesino en serie, Karaka, un apelativo cariñoso.

Jon asesinó a mucha gente. Entre otros, mató de tres tiros a Francisco Tomás y Valiente, que tenía el mismo derecho a la vida que cualquier otro ciudadano pero que, además, era un demócrata y un sabio. Cuando Karakamató al catedrático, comenzó en la Universidad en Madrid un movimiento que tenía un motivo muy visual como centro: las manos blancas, limpias, de los que se manifestaban contra el salvajismo de Karaka y sus amigos.

Jon es un pintor malo. Eso evita tener que hacer ninguna digresión sobre la vida personal del autor y su obra pública, como ha pasado con otros artistas, como Woody Allen, de quien no se conoce que haya asesinado a nadie.

Jon pinta unos cuadros que casi da vergüenza ver. Hay hasta una lágrima que seguramente tiene su origen en los 266 años a los que está condenado por sus asesinatos probados.

El alcalde de Galdakano habrá ido, casi seguro, a ver la exposición. Y es posible que se haya dado cuenta de que allí falta un cuadro con todas esas manos blancas agitándose como pañuelos que contienen una lágrima.

¡Pero hombre, si hay alguien con derecho a usar esa idea de las manos blancas, ese es Jon! Sin él, nunca se habría producido un movimiento así.

Habría que pedirle a Jon que pintara con ese motivo una alegoría que el pudor le ha impedido mostrar al público: se podría llamar “manos blancas”, así de sencillo.

Los hijos de Francisco Tomás y Valiente, y los demás, podríamos comprender entonces del todo a ese asesino en serie y su risa. Y el Galdakano que vota a EH Bildu sentiría que ha hecho a Karaka un homenaje como es debido.

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