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Opinión - 14.10.2019

Si hay un muerto, ¿a quién pedimos cuentas?

El causante inmediato será un asesino solitario o un uniformado que yerre o se desmande. Pero también habrá que pedir cuentas a los padrinos mediatos

Si hay un muerto, ¿a quién pedimos cuentas? Ambas proposiciones, la hipótesis de que se produzcan víctimas mortales, y el interrogante sobre sus eventuales responsables, constituyen sendos tótems prohibidos que acompañan al movimiento indepe y la letanía de su pacifismo: que lo es al 99,99% de sus seguidores. Pero no al 100%.

Acabemos con el tótem que nos alivia y miremos la realidad de frente. De tanto llevar el cántaro a la fuente, arriesga a romperse. Tantos años de manifas (casi siempre beatíficas, pero no siempre) son un desafío al azar, incluso a la estadística. Otras movidas también no violentas, como la de los brexiteros, han causado muertes: así, el asesinato de la diputada laborista-europeísta Jo Cox, (16-6-2016).

El causante inmediato será un asesino solitario, como entonces, o un uniformado (de cualquier cuerpo) que yerre o se desmande (o la asfixia en un apretujón de masas o una caída fortuita contra el borde de una acera). Pero también habrá que pedir cuentas a los padrinos mediatos. ¿Quiénes? Nos lo explica Nick Cohen, en The Guardian del 26-9, bien resaltado por Daniel Gascón: “Para que la violencia llegue desde lo marginal al centro se tienen que cumplir dos condiciones: se deben socavar los tabúes contra la violencia y las fuerzas del orden se deben debilitar”. La violencia política “necesita autorización desde arriba. Dirigentes, intelectuales y líderes religiosos llaman a las armas o más frecuentemente encuentran razones para entender y exculpar”, concreta.

Entienden y exculpan quienes convocan a las masas a la desobediencia para plasmar una “confrontación” (seudónimo de enfrentamiento) con el Estado. Como Quim Torra.

No solo entiende, sino que llama a la violencia quien escribe: “Sin una determinada acción violenta, jamás Cataluña alcanzará su liberación (…) las acciones de masas realizadas hasta hoy, siendo necesarias y modélicas, se han demostrado poco útiles (…) han llegado los tiempos de la nueva violencia”. Estas frases se espigan de un repugnante artículo en El Punt Avui, 22-9. Lo firma un exsenador socialista converso al nacionalismo, afecto a la estupidez de que Cataluña es una colonia, creador por cuenta de Jordi Pujol de un sectario museo oficial de la historia catalana, y mayordomo del truculento simposio de historia-basura Espanya contra Catalunya. Se llama Jaume Sobrequés.

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