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Opinión - 16.03.2019

Nuestra historia

Es importante hablar para defender y garantizar lo que a todas nos corresponde

En el siglo VIII a. C. se dijo que la primera mujer enviada por Zeus a La Tierra introduciría todos los males a la humanidad a través de una caja. Años más tarde otra entrega a comer una manzana, siendo castigada a estar bajo la potestad de su marido. En el siglo XV se casa una joven en otro país y media entre su padre y su marido, convirtiéndose su patria en un Imperio: es acusada de loca. En el siglo XVIII a una brillante mente matemática se le deniega la entrada en la Academia por su género: se disfraza de hombre para burlar dicha norma. En el siglo XIX una enfermera fundó una institución de planificación familiar y promovió los anticonceptivos: acabó en la cárcel. En el siglo XX una niña regresa a su casa tras jugar en una plaza: es asaltada en un portal. Una mujer denuncia abiertamente el maltrato físico y psíquico sufrido: es asesinada. Comienza a contabilizarse las víctimas por violencia de género. En el siglo XXI una niña muere aterida de frío por tener que permanecer fuera de su casa por tener la regla. Una joven sale a hacer ejercicio y la matan. A otra se le deniega un cargo de responsabilidad en su trabajo. Otra, por el mismo ejercicio laboral recibe menos salario que su compañero masculino…

Hay un punto común entre la manera en la que nos han contado la historia y la realidad: siempre ha sido un hecho la necesidad de la reivindicación femenina por la igualdad, la libertad y la erradicación de la violencia de género. Afirmó en 2003 la jueza iraní Shirin Ebadi que «las mujeres constituyen la mitad de la población en todos los países. Apartarlas y excluirlas de la participación en la vida política, social, económica y cultural significaría, de hecho, tanto como privar a la población de cualquier comunidad de la mitad de sus capacidades. La cultura patriarcal y la discriminación contra la mujer no pueden continuar ni un segundo más”. Por ello sigue siendo necesaria una mirada más femenina que nunca a esta vorágine de cotidianidad que vivimos. En lo expuesto va mi historia. Es importante hablar para defender y garantizar lo que a todas nos corresponde. Ya lo dijo la escritora Audre Lorde: “no seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas. Nuestro silencio no nos protegerá”.

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