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Opinión - 28.02.2019

Lo que tapa la campaña

Sigamos observando el espectáculo político, pero no olvidemos que hay ‘policies’ en marcha que, pase lo que pase, no tienen vuelta atrás

Esta campaña de campañas es un buen ejemplo para entender la diferencia establecida en el mundo anglosajón entre politics y policies. Con politics se hace referencia a todo aquello que los partidos hacen para incrementar su apoyo político y ganar poder de decisión: gestos, declaraciones, símbolos, maniobras parlamentarias, posicionamientos respecto a otros, etc. Por el contrario, las policies son aquellas acciones que se ponen en marcha para resolver los problemas de una sociedad.

En tiempos de campaña la conversación pública se llena de mensajes grandilocuentes, exabruptos e interpretaciones efectistas de la realidad. Puede parecer hasta cierto punto normal que, cuando cada cual busca definir su perfil para atraer a su electorado esto sea así, pero en momentos de alta tensión como los actuales se puede generar el espejismo de creer que la sociedad es la que se plasma en el griterío de tuits.

Sin embargo, mientras se anuncian vetos, se crean cordones sanitarios, o se nos dice a las mujeres que deberíamos conocer lo que llevamos en nuestro vientre cuando estamos embarazadas, se están produciendo cambios de calado que son toda una revolución.

Hace unos días el Gobierno balear anunciaba en su recién aprobada Ley de Cambio Climático la prohibición de que los vehículos diésel circulen por las islas a partir del año 2025 y los de gasolina desde 2035, fijándose el objetivo de abastecerse con energías renovables a partir de 2050. Poco después el Ministerio de Transición Ecológica hacía público su Marco Estratégico de Energía y Clima, que movilizará más de 200.000 millones de euros de inversión pública y privada, generando un incremento del PIB de entre 19.300 y 25.100 millones entre 2021 y 2030. Anteayer se presentó el Consejo de Desarrollo Sostenible, órgano de participación en el que medio centenar de organizaciones sociales, sindicales, empresariales y universidades darán seguimiento a la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Cada una de estas medidas supondrá una revolución en lo económico, lo social, lo político y lo ambiental, y si bien es cierto que quedarán al albur de los próximos gobiernos que salgan de las urnas, no hay que olvidar que todas ellas están conectadas con profundas corrientes internacionales que van desde los flujos de inversión hasta las directrices de Naciones Unidas, pasando por sociedades cada vez más dispuestas a dar un giro a nuestro modelo de desarrollo, como está demostrando el movimiento de Jóvenes por el Clima. Hasta Donald Trump, el mayor de los negacionistas del cambio climático, ha topado con la oposición de fondos de inversión, empresas, gobiernos locales, universidades y una amplia sociedad civil que no está dispuesta a dar marcha atrás en la construcción de una nueva economía.

Sigamos observando el espectáculo de la campaña, pero no olvidemos que hay policies en marcha que, pase lo que pase, no tienen vuelta atrás. Y esas son las que cambian nuestras vidas. @tinamonge

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