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Opinión - 04.01.2019

El mejor mundo posible… por ahora

La idea de la reducción de la violencia se somete a la prueba del telediario

El profesor de Harvard Steven Pinker se ha convertido en el gurú de una línea de pensamiento panglosiana que, sin llegar a sostener que vivimos en el mejor de los mundos posibles, argumenta que vivimos en el mejor de cuantos ha habido a lo largo de la historia. Con libros como Los ángeles que llevamos dentro o el reciente En defensa de la ilustración (ambos en Paidós) ha logrado una legión de adeptos a su teoría de que la violencia ha ido decreciendo a lo largo de la historia, mientras se multiplica el progreso.

Incluso para los convencidos, sus teorías se someten cada día a la dura prueba del telediario. A finales de 2018, se publicaron las listas de los conflictos que pueden teñir de sangre este año y Yemen encabeza las del Internacional Crisis Group y Naciones Unidas. En este país millones de personas se encuentran en peligro de hambruna por una guerra desatada por Arabia Saudí (y apoyada con armas con Occidente).

Conocíamos la crueldad del arquitecto de este conflicto, Mohamed bin Salmán, príncipe heredero del Reino del Desierto, que se comporta como un asesino de Juego de tronos (ordenó el descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi). Ahora además conocemos su cobardía: una investigación reciente de The New York Times reveló que los militares saudíes ni se acercan al frente, sino que dan órdenes por radio a los que combaten, soldados reclutados en Yemen por una miseria, muchos de ellos niños. Además, uno de los motivos por los que se han producido tantas víctimas civiles es que los pilotos vuelan muy alto para no ponerse en peligro y por eso rara vez aciertan en sus objetivos.

Lo que revelan estas atrocidades, y tantas otras, es que la humanidad puede ser mejor, pero los seres humanos siguen siendo los mismos de forma individual. Podemos haber reducido la crueldad como especie, pero cada generación produce sus monstruos. El telediario también ofrece otra fuente de dudas ante Pinker: en las mismas listas aparecen Nicaragua y Venezuela como fuentes de crisis humanitarias en 2019. Si algo simbolizan estos países es que en manos de dictadores incapaces todo el progreso alcanzado durante décadas se puede revertir. Seguramente Pinker tenga razón, pero la actualidad nos demuestra que es un error dar por garantizado que la tendrá siempre.

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