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Internacional/Mundo - 14.02.2019

Palestinos de Hebrón intentan llenar el vacío de los observadores internacionales expulsados por Netanyahu

Un grupo de activistas vigila para que colonos israelís no agredan a niños palestinos que van a la escuela

La misión extranjera documentó 40.000 violaciones de los derechos humanos en la ciudad cisjordana, cuyo casco antiguo está lleno de asentamientos

Jóvenes palestinos ataviados con chalecos azules bajan una cuesta del barrio de Tel Rumeida, donde viven atrincherados colonos israelís, en el casco antiguo de la ciudad palestina de Hebrón. Son las 7.15 horas de la mañana y varios niños van apareciendo por las callejuelas aledañas con sus carteras, en grupo y sin adultos o de la mano de sus padres. 

Al final de la cuesta se encuentra la calle Shuhada (Mártires), desde hace casi 25 años yerma, fantasmagórica. En 1994, Israel ordenó cerrar todas las tiendas palestinas de esta vía y su estación de autobuses se convirtió en base del Ejército israelí. Los colonos pueden circular libremente por Shuhada, los palestinos no.

Al llegar a esta calle se divisa a soldados israelís a varios metros de distancia. Junto a ellos hay dos colonos. Uno se limita a mirar cómo se acercan los chalecos azules con las palabras “observador de derechos humanos” en inglés, árabe y hebreo. El otro, Ofer Yohana, empieza a grabarlos con su móvil y a dedicarles comentarios irónicos e insultos.

Los observadores, de la oenegé palestina Jóvenes Contra los Asentamientos, se sitúan en una de las aceras de Shuhada y empiezan a repartir yogures a los niños y niñas que van al colegio mientras aguantan estoicamente al colono que se acerca y les grita. Si algún palestino le contesta, los soldados lo apartan con un empujón. Al colono solo se atreve a separarlo una vez uno de los militares.

Acusaciones de Netanyahu

Los escolares pueden pasar la barrera física que conforman los soldados, los observadores no. Es el segundo día que velan para que el camino de los pequeños estudiantes sea menos inseguro, para evitar que algún colono los agreda verbal o físicamente. Intentan llenar el vacío que han dejado los miembros de la Presencia Internacional Temporal en Hebrón (TIPH por sus siglas en inglés).

Estos monitores a los que se distinguía de lejos por su chaleco azul y su insignia roja tuvieron que abandonar Hebrón porque el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, los despachó. Decidió no renovarles el mandato, que se acabó el 31 de enero, tras acusarlos de haber pinchado la rueda del vehículo de un colono y haber abofeteado a un niño judío, hechos que los observadores niegan.

En un comunicado, los ministros de Exteriores de los países que conformaban la TIPH –Noruega, Suecia, Italia, Suiza y Turquía– afirmaron que la decisión de Netanyahu significa “la salida de Israel de los acuerdos de paz de Oslo (firmados entre palestinos e israelís en 1993 y 1995)”, negaron que los observadores fueran tendenciosos y recordaron la obligación legal de Israel de proteger a los palestinos de Hebrón y el resto del territorio ocupado de Cisjordania.

Presencia civil internacional

La misión de la TIPH se estableció en 1994 después de que el 25 de febrero de ese año, el colono israelí Baruch Goldstein matara a 29 palestinos en la Mezquita de Ibrahim, en el corazón de Hebrón. La ONU condenó la masacre en la resolución 904 y llamó a establecer una presencia civil internacional en la ciudad palestina. Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) aprobaron crear la TIPH.

“Los observadores eran muy efectivos. Documentaron 40.000 incidentes que pueden usarse en el TPI (Tribunal Penal Internacional). Es un crimen de guerra violar la ley internacional y la ley humanitaria”, señala Issa Amro, fundador de Jóvenes Contra los Asentamientos y director de la oenegé Working for Peace and Justice.

Los observadores redactaban informes con imágenes que documentaban los abusos que presenciaban y en los que no podían intervenir -esencialmente de colonos y soldados israelís contra civiles palestinos- y los enviaban a las autoridades israelís y palestinas y a los países de la misión. Además, organizaban visitas a Hebrón para diplomáticos y tenían proyectos de cooperación.

«Más débiles»

Ahora somos más débiles, no podemos sustituir a monitores internacionales. Hoy, el Ejército israelí ha declarado esta zona en la que estamos vigilando a los niños área militar cerrada y nos ha echado. Esto no se lo podía hacer a la TIPH”, subraya el activista, arrestado en numerosas ocasiones por su defensa de los derechos de los palestinos en Hebrón. 

Amro no es optimista respecto al posible retorno de la TIPH. “La comunidad internacional no presiona a Israel, que no rinde cuentas, no hay ninguna institución en el mundo que lo responsabilice de nada. No quieren que Israel se enfade, quieren que seamos sus esclavos, ciudadanos de segunda en nuestro propio país”, denuncia Amro.
El activista lamenta que la ONU “no tiene poder para implementar las resoluciones”. “EEUU apoyó la decisión de Netanyahu de no renovar la TIPH. La ONU intentó presionar para que siguiera, pero la «Administración de (Donald) Trump apoya la ocupación (israelí de Palestina)”, recalca Amro.

Washington bloqueó una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU que lamentaba la decisión de Israel de acabar con la TPIH. Para EEUU, “no es una violación de los acuerdos de Israel con la ANP y hay que considerarla una decisión interna”, detalla Amro.

Más de 600 colonos habitan en la ciudad vieja de Hebrón protegidos por el Ejército israelí. “Los soldados nos atacan cuando les pedimos protección y los colonos hacen lo que quieren. Si estoy bajo la ley militar israelí y el colono que me agrede está bajo la ley civil, se trata de apartheid legal”, sentencia Amro. 

El colono Yohana, con su pistola en la cintura, intenta interrumpir la conversación de Amro con los periodistas. Los soldados miran impasibles, incluso le dejan estar en una zona prohibida. Llegan dos policías que increpan a Amro, pero ignoran a Yohana. Dos días antes, la colona Anat Cohen abofeteó a Amro ante los soldados con total impunidad.

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