Turull dice en el Supremo que se saltó la ley «por mandato popular»

Romeva renuncia a defenderse y sigue la estrategia política de Junqueras

La última vez que Jordi Turull pisó la calle en libertad fue hace casi 11 meses. Estaba en la puerta de entrada del Tribunal Supremo tras comer en un restaurante cercano. Había sido citado por el juez Pablo Llarena, instructor del 'procés', para comunicarle en persona su procesamiento por un delito de rebelión. Le acompañaban cuatro de los compañeros ahora juzgados. La Fiscalía había pedido prisión incondicional por riesgo de fuga. Pero el magistrado les permitió hacer un receso vespertino antes de ordenar su ingreso en prisión. Aquel abrazo de despedida con su esposa fue una de las imágenes más emotivas de la causa en el alto tribunal.

Este martes, Turull volvió a tomar la palabra en público en la cuarta jornada del juicio en el Supremo. El candidato frustrado de Junts per Catalunya a presidir la Generalitat, después de las elecciones autonómicas de diciembre de 2017, se fajó en el cuerpo a cuerpo con el fiscal Jaime Moreno. Fue uno de los momentos más celebrados de la vista oral hasta la fecha. El dirigente convergente al menos trató de rebatir las graves acusaciones que pesan sobre él, traducidas en una petición de 16 años de prisión. Cosa que no hizo el procesado Raül Romeva, que siguió la estrategia política de su colega en Esquerra Oriol Junqueras y renunció a defenderse. «Soy un preso político y un hombre de paz», zanjó ante el tribunal en otra suerte de martirio personal en favor de los ideales independentistas.

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