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Politica - 16.12.2018

Mercenarios al servicio de la yihad

Operación de Vigilancia Aduanera contra un barco cargado de hachís en 2014

La intuición de un juez de la Audiencia Nacional hace ahora tres años desembocó el martes en una operación contra el yihadismo en la que fueron detenidos cuatro sirios, capitanes de barco, encarcelados entre 2014 y 2015 por tráfico de hachís. Ahora se sabe también que traficaban con armas y personas y que redes terroristas se beneficiaban de sus actividades

En 2015, el juez de a Audiencia Nacional Eloy Velasco había asistido a unas ponencias sobre terrorismo yihadista que impartía Europol. Por esos años la preocupación por este fenómeno estaba en lo más alto, entre otros factores por la eclosión de Daesh en Siria e Irak y la crisis migratoria. El magistrado se interesó por la financiación de estas redes y al llegar a España reparó en un elemento común a dos intervenciones de barcos cargados con grandes cantidades de hachís que había hecho Vigilancia Aduanera. Las tripulaciones de ambos eran sirias.

Velasco se entrevistó con responsables de la Comisaría General de Información, a los que pidió que investigasen si se trataba de una simple casualidad o bien podía haber detrás algo más. Los expertos en yihadismo de la Policía aceptaron el reto y comenzaban así tres años de trabajo. Operación Timón.

Lo primero era delimitar el campo de trabajo, de modo que los investigadores decidieron analizar no sólo los dos barcos ya señalados por el juez sino algunos más, hasta 12, que habían sido apresados en el mar de Alborán con grandes cantidades de hachís y cuyo modus operandi era similar: procedían de Egipto o Turquía, habían cargado la droga en Marruecos y su destino era Libia. En las primeras semanas saltó la sorpresa: las tripulaciones de esas dos primeras embarcaciones eran de la provincia siria de Latakia, aunque en principio eso no era demasiado significativo puesto que podría ser mano de obra barata.

Vigilancia Aduanera, además, asesoró a los encargados del caso, a los que animó a entrevistarse con todas las tripulaciones, identificar al capitán de cada buque y preguntarle a cuántos había contratado él mismo, y a quiénes. «El resto son gente del “notario” (en el argot, hombre de la organización a bordo)», les advirtieron.

Tras un trabajo de criba importante -hubo que entrevistarse con unas 80 personas, de ellas más de veinte en interrogatorios con abogado presente-, se pudo determinar que detrás de cuatro de los barcos estaba la misma persona, que era la que había contratado a los capitanes en tres de los casos, y al primer oficial en el otro. Entre ellos, además, no solo se conocían sino que hay vínculos familiares y, curiosamente, cada uno aseguraba no saber nada pero acusaba al resto.

Teléfonos satélite

Ante la imposibilidad de ordenar escuchas -los investigados estaban en prisión- el segundo pilar de la investigación fueron los clonados de los teléfonos satelitales intervenidos en su día en los barcos. Los resultados fueron rápidos y reveladores: los dos primeros buques señalados por el juez Velasco se habían comunicado entre ellos y habían entrado en contacto con la misma persona en Líbano, lo que demostraba que había una estructura detrás. Pero además, con las otras dos embarcaciones también compartían contactos.

El cruce de datos con otros países y Europol -la colaboración internacional es el tercer pilar de las pesquisas- fue muy intenso. Especialmente con Italia, donde también hay una rama de la red, y Malta, donde asimismo arribaban los buques sospechosos.

Tras este trabajo para delimitar los barcos implicados los investigadores se centraron en 30 ó 40 individuos a los que se hicieron preguntas muy concretas: «¿Quién es el jefe que os contrató?; ¿quién es su mano derecha?». En cuanto a la primera cuestión el señalado fue un sirio que también tenía base de operaciones en Turquía, y sobre la segunda lo único que se obtuvo fue el seudónimo de un tipo que vivía en Libia. Pero había que ponerle nombre y apellidos para que las pesquisas avanzasen.

En esta cuestión fue clave el primer trabajo de campo sobre los primeros 12 barcos investigados. Uno de ellos tenía tripulación egipcia, y cuando se analizaron sus teléfonos se vieron en algunos imágenes de guerra. Explicaron, además, que la droga que llevaban iba a Libia, al igual que la de los cuatro buques bajo la lupa policial. Y un dato más: los cinco compartían contacto en ese país…

Evidentemente, la organización atacada también tiene una rama egipcia, pero se decidió no profundizar en ella de momento para poder seguir adelante con la vía siria. El caso es que ese contacto de Libia aún sin nombre trabajaba en Zuara y daba la casualidad de que uno de los egipcios había sido empleado suyo; no solo eso, sabía su nombre real y tenía su fotografía. Para comprobar que era la misma persona, se les mostró esa imagen a los tripulantes sirios, que lo reconocieron sin dudar como la persona que tenía ese apodo.

Se sabía, por tanto, que había un jefe de la trama en Siria y otro en Libia, pero aún quedaba por conocer a qué se dedicaban esos dos individuos. De nuevo la colaboración internacional fue decisiva: Italia informa de sus actividades como traficantes de personas, y Malta sobre operaciones de tráfico de armas. La opeación Timón ya avanzaba sobre vías seguras y la Policía pidió a Instituciones Penitenciarias que monitorizara a los cuatro capitanes para ver con quién se relacionaban en prisión. Sus allegados en la cárcel, sin duda, podían ser otra buena fuente de información.

El trabajo de Prisiones, una vez más, ha sido esencial en este caso. La información que han facilitado sus funcionarios fue clave y la Policía está más que satisfecha de esta colaboración. De nuevo Instituciones Penitenciarias resultaba fundamental en una operación contra el terrorismo yihadista.

Un compañero de celda de uno de los sospechosos reveló que éste le confirmó sus actividades de tráfico de armas y personas para intercambio con grupos yihadistas. Los capitanes, por su parte, estaban hartos porque su organización les había dejado tirados, a pesar de ser incluso familiares, y contaron que el tipo de Siria y el de Libia estaban al mismo nivel en la organización.

Como resultado de las investigaciones apareció un nuevo individuo en el primer país que sería el máximo responsable de todo el entramado. Se trata de un sujeto que tiene un gran entramado empresarial que supuestamente se dedica al transporte marítimo de mercancías legales. Por ejemplo, llevaba corderos a Libia, los descargaba allí, recogía a inmigrantes irregulares y los trasladaba a Italia y Malta. Por cada uno de ellos cobraba entre cuatro mil y siete mil euros. «Se trata de gente de mar que hace transportes legales e ilegales», dicen las fuentes consultadas, que añaden que en los flujos migratorios entraban terroristas de Daesh. «En realidad, son mercenarios al servicio del yihadismo».

Recuperar los barcos

No obstante, el primer jefe libio identificado sí está relacionado con Estado Islámico, es afín al yihadismo y ha hecho operaciones de tráfico ilegal de terroristas de Turquía a Europa. «El modo de actuar de los barcos era siempre el mismo: al llegar cerca de las costas de Italia o Malta se llamaba a una ONG para que los auxiliase. Cuando llegaban hasta ellos el “notario” se camuflaba entre el pasaje y quedaba en libertad una vez en tierra».

Los investigadores han comprobado además que los cuatro barcos intervenidos por Vigilancia Aduanera, que están a la espera de ser subastados, han intentado ser comprados de nuevo por la organización a través de testaferros. Para ello han ofertado por más valor del que tienen y anunciado que pagarían a través de cuentas de bancos libaneses. Uno de ellos se alojó en un hotel de Madrid y se comprobó que tenía contactos con el número 1 de la organización. Asimismo se ha podido determinar que parte de las armas con las que traficaban acababan en el Cuerno de África en manos de organizaciones yihadistas como Tarek e Talibán.

«La operación sigue abierta, porque hay conexiones que aún no se han podido investigar y además el intercambio de información con otros países continúa», afirman las fuentes consultadas, que destacan que se trata de una investigación muy laboriosa, que ha sido corroborada además por documentación intervenida en los registros de las celdas de los detenidos.

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