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Opinión - 30.03.2020

Solidaridad europea e intereses nacionales

La crisis sanitaria podría representar una oportunidad para el centro político con naciones fuertes en una Europa fuerte

Al igual que el resto de los países europeos, Alemania atraviesa la tercera gran crisis en una década. Pero esta vez existe la esperanza de que las consecuencias políticas sean muy diferentes En Alemania, la crisis del euro y la de los refugiados provocaron el desgaste de los partidos de centro y reforzaron los extremos. Mientras que, hace una década, las grandes formaciones CDU/CSU y SPD sumaban alrededor del 70% de los votos, actualmente han descendido por debajo del 50%.

Sin embargo, en la crisis del coronavirus, los partidos centristas vuelven a subir en los sondeos, Alternativa para Alemania (AfD) pierde simpatías, y lo mismo ocurre con La Izquierda y Los Verdes. En tiempos de miedo e incertidumbre, en los que el cambio no se considera posible, los alemanes buscan seguridad. La ciudadanía se agrupa detrás del Gobierno federal y elogia su respuesta supuestamente firme a los retos. En uno de los sondeos, el 90% de los alemanes se mostraba de acuerdo con las restricciones al movimiento y la paralización de la vida pública. Un tercio de ellos quería medidas aún más estrictas.

Pero Alemania está al principio de la crisis. Dependerá de las próximas semanas, de los próximos meses, y quizá de los próximos años, que las consecuencias políticas sigan siendo controlables o que los populistas de ambos extremos acaben por volver a fortalecerse. La cuestión es vital para Alemania, pero también para toda Europa. Cuando pase la fase aguda de la crisis, ¿las fuerzas moderadas seguirán siendo valoradas como aquellas que la gestionaron con sensatez? O, por el contrario, cuando empiece el restablecimiento psicológico, económico y social ¿renacerán las recetas simples?

Alemania es el país de Europa con más camas en unidades de cuidados intensivos. ¿Por qué no abre entonces sus hospitales a otros países en un acto de solidaridad europea? Algunos centros ya lo han hecho y han ingresado a pacientes de coronavirus de Italia y Francia. Han sido símbolos bonitos, pero mínimos. ¿Cómo es posible que en Italia, Francia y España mueran enfermos porque no reciben tratamiento, mientras en Alemania todavía hay camas vacías? ¿No sería un imperativo moral repartir a los pacientes por Europa? ¿Lo contrario no significa que Europa está muerta? Sin embargo, ¿qué dirían los ciudadanos de la República Federal si Alemania abriese de verdad sus hospitales, y de repente no quedasen camas para las urgencias alemanas?

Las consecuencias económicas que tendrá esta crisis plantean interrogantes similares. En pleno miedo al virus, prácticamente nadie presta atención a los miles de millones en ayudas que está autorizando la Unión Europea. Pero ¿y dentro de unos meses? ¿Qué pasará si una profunda crisis económica da lugar a una nueva crisis europea de la deuda, tal vez peor que la de 2009? ¿Y si otra vez hay que salvar de la quiebra a determinados países y los ciudadanos alemanes, además de haber sufrido el virus, tienen que responder por ellos?

Es posible que entonces vuelva a sonar la hora de los populistas y que el nacionalismo de AfD recupere atractivo para muchos alemanes. Un nacionalismo que podría revivir en otros países europeos y acabar dividiendo aún más al continente.

Por eso, para los partidos moderados de Alemania, la crisis representa una oportunidad, pero también un peligro. Estas formaciones tienen que encontrar una vía intermedia inteligente y sensata entre la solidaridad europea y los intereses nacionales. El nacionalismo radical como el que se vio en los primeros días de la crisis destruirá a Europa, pero el altruismo radical y la solidaridad europea completa son igualmente peligrosos para la Unión. No tiene nada que ver con la xenofobia y el antieuropeísmo. Es humano. Los Gobiernos deben tener en cuenta que los partidos de centro tienen que soportar y conciliar estas contradicciones. Es su obligación no perder de vista los intereses de sus ciudadanos y, al mismo tiempo, mostrarse solidarios con otros países europeos. De esta manera, la crisis podría representar una verdadera oportunidad para el centro político y para un futuro propicio con naciones fuertes en una Europa fuerte.

Klaus Geiger es jefe de la sección de Internacional de Die Welt.

Traducción de News Clips.

© Lena (Leading European Newspaper Alliance)

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