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Opinión - 12.07.2019

¿Rebelión en Bruselas?

Desde que hace poco más de una semana los líderes europeos se pusieron de acuerdo sobre los futuros cargos de la Unión, el patio anda revuelto

Desde que hace poco más de una semana los líderes europeos se pusieron de acuerdo sobre los futuros cargos de la Unión, el patio anda revuelto.

Primero fue el desprecio por el famoso sistema del Spitzenkandidat para presidir la Comisión. La elegida, la alemana Ursula von der Leyen, no había encabezado la lista de su grupo, el popular, ni ninguna otra. Se rompía así la breve tradición iniciada en 2014. Un coro de expertos y analistas saltó a criticar (con razón) el golpe que dicha decisión suponía a las aspiraciones de mejorar la legitimidad democrática de la Unión Europea.

Siendo cierto, la realidad es que el enojo no ha pasado de los frikis comunitarios y los círculos especializados. Que nadie espere que un ciudadano europeo salga a la calle exigiendo que Manfred Weber, Frans Timmermans o Margrethe Vestager reclamen la Comisión perdida. No lo harán. Son personajes todavía lejanos para la persona de a pie.

Pero Von der Leyen sí puede tropezar con un obstáculo inesperado: el deseo del Parlamento Europeo de ejercer sus poderes con el rechazo a su nombramiento. De momento, hay conatos de rebelión en el grupo socialista (S&D), sobre todo, curiosamente, en el lado alemán, y en el grupo de los Verdes, la estrella fulgurante en la nueva Eurocámara. Ambos cuestionan su gestión como ministra de Defensa germana, su inexperiencia en la política europea y su escaso compromiso con una agenda ambiciosa en la lucha contra el cambio climático. Las reuniones mantenidas hasta ahora no los han convencido de su idoneidad para el puesto… y sin sus votos (sobre todo los de los socialistas) no salen los números. Sí parece contar con los de los liberales de Renovar Europa, conformes con haber logrado la presidencia del Consejo para Charles Michel.

La votación tendrá lugar la próxima semana y la candidata necesita una mayoría absoluta para ser confirmada. Una sola vez, no hay más opciones. De no salir, habría que buscar otro nombre. El Parlamento ya ha rechazado en el pasado, por diversas razones, candidatos a comisarios, pero sería la primera vez que lo hiciera con la presidencia de la Comisión.

En el complicado equilibrio entre familias políticas y países sobre el que se asienta la Unión Europea, se puede esperar que, sutilmente, los líderes hagan su trabajo y convenzan a los que ahora se muestran díscolos; tampoco hay muchas ganas de aventuras.

En cualquier caso, esta polémica es un claro síntoma de que la política europea está cada día más politizada, lo cual es bueno. Eso sí, sea Von der Leyen u otra/otro quien finalmente presida la Comisión, lo que hace falta es que se comprometa a impulsar las listas transnacionales, que se muevan en campañas realmente conjuntas. Solo así estaremos más cerca de una auténtica democracia europea.

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