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Opinión - 13.11.2019

Pedro Sánchez, fiel a sí mismo (y a nadie más)

La repetición electoral hace milagros. El PSOE y Unidas Podemos han alcanzado en 48 horas un acuerdo que fue imposible lograr en seis meses

La repetición electoral hace milagros. El PSOE y Unidas Podemos han alcanzado en 48 horas un acuerdo que fue imposible lograr en seis meses. Hace unas semanas Pedro Sánchez decía que, “como el 95% de los españoles”, no podría dormir tranquilo con Podemos en el Gobierno. Ha cambiado de opinión. A otro político las contradicciones podrían debilitarle. Pero una de las principales virtudes de Sánchez es su capacidad para traicionar: como Garrincha, sabes que se va a escapar, pero no cuándo. Y, por otro lado, esa certeza le da mucha libertad. Puede ser el socioliberal que habla a los autónomos, el izquierdista que clama contra las oligarquías del Ibex, el que compara a Torra con Le Pen y el de la declaración de Pedralbes, el heroico rescatador del Aquarius y el socorrista perezoso del Open Arms, el que suelta bulos en la ONU y el que se reivindica como hombre de Estado en los debates, el infinito y el cero. Es su forma de ser fiel a sí mismo.

Quizá salgamos del bloqueo. Entretanto, gracias a la repetición, el PSOE y UP han perdido votos, el centro ha quedado arrasado, el independentismo ha subido y la ultraderecha tiene 52 diputados. El pacto tiene una falta de concreción que ni siquiera sorprende. La socialdemocracia se une a una izquierda heredera de otra tradición. Uno de los partidos centrales de la democracia española se alía con una formación que nació para impugnar el “régimen del 78”. Para que haya gobierno probablemente será necesario el apoyo de otras formaciones que atacan ese pacto desde el lado territorial. Y seguramente esto dará protagonismo al tercer movimiento que cuestiona los consensos constitucionales: la ultraderecha de Vox.

Uno de los problemas que plantea el acuerdo del PSOE con Podemos es la relación con las instituciones. Si el PSOE se presenta como un partido de Estado, la visión de Podemos, aunque suavizada, está alejada de toda idea de neutralidad institucional. La deriva que reprochamos a otras formaciones —la instrumentalización y captura de lo que pertenece a todos los ciudadanos— es para Podemos un rasgo programático. Ahora que reivindican la Constitución quizá podamos ver hasta dónde ha llegado su aprendizaje.

La coalición generaría problemas y contradicciones en un PSOE que Sánchez ha descapitalizado. El Gobierno tendría dificultades, aunque no parece sencillo que prosperase una moción de censura en su contra. Una dosis abundante de moralina, sensacionalismo y guerra cultural camuflaría los errores, la descoordinación y las fricciones internas. No parece que esta coalición sea la más eficaz para afrontar la crisis en Cataluña o los problemas económicos. Quizá parte de ese 95% de los ciudadanos tenga algún problema para conciliar el sueño. En ese caso Pedro Sánchez se asombraría de que le hubieran creído, como si a estas alturas no nos conociéramos todos. @gascondaniel

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