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Opinión - 12.02.2019

Marruecos y España, unidos en la diversidad

El viaje que hoy comienzan los Reyes es estratégico. Ambos países, a los que les acerca mucho más de lo que les separa, están llamados a caminar juntos para hacer frente a los retos de la globalización

España y Marruecos estamos llamados, más que nunca, a caminar juntos para hacer frente a los retos de la globalización. Es mucho lo que nos acerca. Somos países vecinos, bañados por los mares Mediterráneo y Atlántico, que confluyen en el estrecho de Gibraltar, el punto más próximo entre los continentes europeo y africano, de los que somos su frontera sur y norte. Pero nos aproxima, sobre todo, una cultura común, unida —sí unida, no separada— por el Mare Nostrum. Por eso, aun siendo nuestro país protagonista del proceso de integración europea, nuestro corazón y nuestros intereses están también en el sur.

El corazón habla con afectos y emociones. Lo sé porque cada vez que visito Marruecos —y desde hace ya mucho tiempo lo hago con bastante frecuencia— no dejo de rememorar mi infancia en una villa del interior de Valencia, cuyo nombre, Xàtiva, evoca la lengua árabe tanto como su barrio antiguo, su bullicio, sus olores, sus sabores…. La cercanía de nuestros países y sus gentes no es retórica, pues tiene como base una vieja savia de cariño familiar que nos une por encima de diferencias coyunturales. Bien puede decirse, parafraseando el lema de la Unión Europea, que España y Marruecos también estamos unidos en la diversidad.

Es evidente que somos distintos. Pero nuestra literatura habla el mismo lenguaje y nuestra novela o poesía cuentan historias y describen sentimientos en los que podemos reconocernos; la celebración durante estos días del Salón Internacional de la Edición y del Libro de Casablanca, donde España es el país invitado, dan buen testimonio de ello. También la arquitectura construye espacios majestuosos, con estética e inspiración parecidas; pasear en Marraquech por los jardines Majorelle y observar el minarete de Kutubia inevitablemente despierta recuerdos granadinos o sevillanos. En verdad, hasta el fútbol nos hermana; no es anecdótico, por tanto, que pensemos en una candidatura común para el Mundial de 2030.

Por otro lado, los intereses comunes contribuyen también a que las relaciones políticas bilaterales hayan estado siempre muy cuidadas. No en vano hemos sido capaces de construir una política de Estado que protege la estabilidad de nuestra relación frente a borrascas efímeras, normales en un trato que tiene mucho de pasional. Nada puede contra la voluntad cuando esta tiene como fundamento una empatía estratégica.

A título personal, he sido testigo de la sintonía, respeto y lealtad entre ambos países. Como vicepresidenta del Gobierno lo pude constatar cuando me correspondió coordinar con el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, la búsqueda de soluciones a los problemas inevitables que surgen entre Estados vecinos y amigos, que saben, sin embargo, encontrar una solución amistosa que refuerce sus lazos a partir del respeto mutuo. Promover las mejores y más sólidas relaciones entre nuestros países fue un objetivo prioritario de la política exterior del presidente Zapatero, como lo ha sido habitualmente de los Gobiernos españoles.

A su vez, las relaciones comerciales bilaterales atraviesan un momento particularmente dulce. No está de más recordar que España es actualmente el primer proveedor de Marruecos y también su primer cliente. Marruecos es para nosotros el segundo mercado fuera de la UE, después de Estados Unidos. Es igualmente el primer destino de inversión española en África.

Va, pues, en interés de todos esforzarnos en cuidar el excelente trato político y comercial existente entre ambos países, para que podamos seguir trabajando en beneficio de la paz, el progreso y la democracia, tres pilares esenciales para la estabilidad y viabilidad del desarrollo de toda la región. Precisamente, gracias a la inteligente visión y clara apuesta que el rey Mohamed VI ha hecho por África, Marruecos es un claro modelo y ejemplo para fomentar, desde las experiencias cruzadas de nuestros países, el desarrollo humano y la modernización de los mecanismos de la gobernanza en África. De ahí que Marruecos haya emprendido una intensificación de su política exterior en África que, además de ser compatible con el fortalecimiento de su acercamiento a la UE, es también consecuente con los compromisos de desarrollo sostenible asumidos en la Agenda 2030. Entre sus 17 objetivos resulta prioritario erradicar la pobreza y el hambre, así como promover la salud y la educación. Pero es igualmente consustancial a la Agenda combatir las desigualdades dentro de los países y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Sin una apuesta decidida por esta igualdad no es posible hablar de desarrollo ni de paz ni de seguridad.

Esta agenda de la sostenibilidad constituye uno de los espacios fundamentales en el que podemos intensificar la acción conjunta frente a los grandes retos, cuya superación contribuirá a asentar bases sólidas para la estabilidad de nuestras relaciones, además de nutrir aún más la confianza mutua como bien más preciado para la convivencia y la gobernabilidad. Esta confianza es además beneficiosa y rentable para una cooperación entre nuestros Estados, Gobiernos, Universidades, empresas y, sobre todo, nuestras fuerzas de seguridad, ya que la complicidad estratégica está resultando esencial para la defensa y protección de la paz en la región. Su actuación coordinada optimiza los resultados de la lucha contra las lacras contemporáneas: terrorismo, tráfico humano, tráfico de drogas, así como una gestión migratoria que, a pesar de grandes dificultades y retos humanitarios, trata de salvar la dignidad de las personas.

Sigue habiendo, sin duda, retos pendientes. Es necesario un mayor acercamiento y conocimiento de nuestras sociedades, especialmente entre los jóvenes y entre todos los que trabajan al servicio del Estado, para quienes conocer y entender el funcionamiento de nuestras respectivas sociedades y administraciones resulta esencial. Ese Marruecos joven nos invita a pensar en el diseño de un espacio del conocimiento, al estilo del que ya se ha construido con éxito en la Unión Europea y se está intentando con el mundo iberoamericano. Las Universidades están llamadas a la formación de élites capaces de asumir la dirección y el desarrollo de sus países. También se podría pensar en un vasto Erasmus que permitiese a nuestros funcionarios locales, regionales y estatales aprender conociendo al vecino y conviviendo con él. Y, sin duda, el reto de la igualdad entre hombre y mujer nos invita también a ambos Estados a avanzar de la mano en su consecución efectiva.

Además, nuestros países albergan un potencial político y de desarrollo mutuo que merece ser explorado con mayor intensidad. Me refiero a nuestros intereses comunes en África y Europa. Marruecos es efectivamente puerta de entrada al continente africano; y España al europeo. Disfrutamos, por tanto, de una ubicación privilegiada que debemos ser capaces de aprovechar y potenciar para ser a través del Mediterráneo el nexo de dos continentes que están llamados a conformar un espacio de relaciones políticas, económicas, sociales y geoestratégicas en la era de la globalización.

En la consecución de todos estos objetivos España y Marruecos cooperan como socios bilaterales y regionales. De ahí que el viaje de los Reyes que se inicia hoy resulte estratégico. Los afectos entre las dos Casas Reales forjan unas relaciones personales que hermanan a sus pueblos y fortalecen sus vínculos. أتمنى ان تتم الزيارة بنجاح. Que la visita sea un éxito.

María Teresa Fernández de la Vega es presidenta del Consejo de Estado y de la Fundación Mujeres por África.

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