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Opinión - 03.04.2020

La crisis del coronavirus: para Europa, es cuestión de supervivencia

Frente a la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, la UE debe hacer todo lo posible para conquistar las mentes y los corazones

La situación actual es una cuestión de vida o muerte para la Unión Europea. “Frente a la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, la UE debe hacer todo lo posible para conquistar las mentes y los corazones”.

En la era de la COVID-19, cada semana que pasa son más evidentes las terribles consecuencias de la pandemia. La tarea más urgente es salvar vidas. Pero también salvar la Unión Europea: los responsables políticos deben asegurarse de que la UE salga de la crisis con la fuerza suficiente para afrontar los retos internos y resistir en un mundo de rivalidad entre las grandes potencias.

Se ha elogiado al Gobierno alemán por su forma de gestionar las crisis económicas y sociales. Pero se ha mostrado lento a la hora de articular una visión europea y ha sido objeto de duras críticas de Bruselas y sus socios de la Unión.

Muchos italianos y españoles tienen la sensación de que ni Bruselas ni los demás miembros de la UE están dándoles suficiente apoyo. Las encuestas lo dicen con claridad: más del 60% de los entrevistados en Italia dicen que Europa no está sirviendo para nada. Desde su punto de vista, la UE no ofrece ningún valor añadido ahora que la situación es cada vez más complicada.

Por el contrario, China y Rusia están presentándose como salvadores desinteresados, tanto en Italia como en otros países. Como ha escrito el Alto Representante Borrell en una magnífica entrada de blog, Europa se encuentra en medio de una “batalla de relatos”. En realidad, la ayuda de los socios de la UE es más sustancial que la proporcionada por China dentro de su campaña de propaganda cuidadosamente diseñada. Además de la entrega de material médico esencial, hay que tener en cuenta el tratamiento de pacientes franceses e italianos en Alemania (y otros países de la UE) y los esfuerzos conjuntos para repatriar a ciudadanos de la Unión que se habían quedado varados en países de todo el mundo.

Lo malo es que esta ayuda tardó mucho y se le dio poca publicidad. Y, por supuesto, lo que se ha hecho hasta ahora no basta, dado que las cifras siguen disparándose.

Que los ciudadanos de varios Estados miembros se sientan abandonados en medio de una crisis existencial no es anecdótico. En Italia, un nuevo grupo de Facebook llamado #StopEU-Italexit ha recibido enseguida más de 900.000 seguidores y está en pleno esfuerzo para alcanzar el millón. Europa no puede permitirse el lujo de que se distancie tanta gente. Tiene que invertir la tendencia.

En relación con el contenido, es evidente que Europa no va a poder controlar la crisis mientras no busque soluciones conjuntas de toda la UE. En su contundente discurso del 26 de marzo ante el Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen reprendió con toda la razón a los Estados miembros por su egoísmo y su falta de coordinación en las últimas semanas.

Dado su liderazgo en Europa, Berlín debe hacer todo lo posible para empujar a la UE a actuar. Una forma lógica de hacerlo sería apoyar con todo su peso las iniciativas que ya ha presentado la Comisión, como las medidas para coordinar la adquisición y distribución de material esencial como mascarillas, guantes, tests y respiradores. Si bien el Consejo Europeo del 26 de marzo exigió a la Comisión que acelerara el proceso, lo cierto es que es a los Estados miembros a los que corresponde ahora firmar contratos y simplificar los trámites administrativos.

Que haya una solidaridad tangible y visible entre los europeos también es muy importante. La Comisión tiene que desempeñar un papel fundamental de coordinación. Sin embargo, los recursos y la ayuda a los socios más golpeados debe proceder de los Estados miembros. Alemania y otros países deben aumentar su ayuda a Italia, España y Francia. Una respuesta positiva a la petición francesa de utilizar los helicópteros de la Bundeswehr serviría para proporcionar una ayuda muy necesaria y, al mismo tiempo, sería un gran símbolo.

Acelerar el proceso de desarrollo, ensayos y distribución de una vacuna, tal como destacó el Consejo Europeo, es otra “línea operativa” en la que la UE puede utilizar su peso relativo y, de paso, cambiar las actitudes populares.

Para hacer frente al impacto de la pandemia, la UE tendrá que hacer muchas cosas; entre ellas, mantener el mercado único, adoptar un marco financiero multianual con recursos suficientes y alcanzar un acuerdo sobre futuros mecanismos de financiación.

El Banco Central Europeo ha tomado decisiones importantes que ayudarán a que Europa salga adelante. El Banco Europeo de Inversiones también ha estado a la altura. En cambio, los ministros y los jefes de Estado y de Gobierno no han hablado todo lo que sería necesario. Sigue habiendo diferencias de opinión sobre los instrumentos financieros que no van a desaparecer de la noche a la mañana, pero que deben discutirse con la delicadeza y el respeto necesarios. A la hora de la verdad, lo que hace falta son medidas rápidas que tengan repercusión y respalden las economías europeas y el sustento de millones de ciudadanos.

Por último, comunicar a un público escéptico (y a veces hostil) las decisiones de la UE y el valor añadido que aporta la UE es fundamental. Para lograrlo, la UE debe recurrir a las mejores cabezas y garantizar la máxima coordinación entre Bruselas y las capitales nacionales. Quizá sirva de ejemplo del Centro de Comunicaciones establecido durante la campaña aérea de la OTAN en 1999, en el que los expertos en comunicación nacionales y de la Alianza trabajaron codo con codo para apoyar a los portavoces más destacados que hablaban a diario. En cualquier caso, es necesario un auténtico esfuerzo estratégico de comunicación.

Después del Consejo Europeo de la semana pasada, según diversas informaciones, el primer ministro portugués, António Costa, dijo: “O la UE hace lo que hace falta, o este será su fin”. No cabe duda de que es una cuestión de supervivencia. Frente a la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, la UE debe hacer todo lo posible para conquistar las mentes y los corazones. Con ese objetivo, los Estados miembros deben demostrar que la solidaridad es real y que, juntos, podemos cambiar las cosas para millones de europeos en esta situación de vida o muerte que es hoy nuestra realidad común.

El embajador Wolfgang Ischinger es presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM);el embajador Boris Ruge es vicepresidente de la CSM.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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