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Opinión - 29.03.2020

JJOO seguros

El olimpismo requiere juego limpio, imparcial y equitativo y el contexto actual hacía imposible alcanzar esas metas

El aplazamiento esta semana de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha sido una decisión inevitable ante la expansión de la crisis del coronavirus. El intento tanto del Comité Olímpico Internacional, como del primer ministro japonés, Shinzo Abe, de demorar el anuncio hasta dentro de un mes ha caído por su propio peso. Distintas federaciones internacionales, deportistas de élite y autoridades políticas venían reclamando desde hacía tiempo la necesidad de suspender los Juegos y trasladarlos a 2021, como finalmente resolvió el país anfitrión. La presión ejercida por el Comité Olímpico de Estados Unidos fue clave para acelerar una decisión que ha mantenido en vilo a la comunidad olímpica. Era obvio que la pandemia global hacía imposible que los 11.600 deportistas llamados a participar en esta cita, cuyo inicio estaba previsto para el próximo 24 de julio, pudieran competir de manera segura y sin poner en riesgo su salud. Esta es la primera vez que los JJ OO de la era moderna se aplazan en tiempos de paz en sus 124 años de historia. Durante este periodo solo se cancelaron las celebraciones de 1916, 1940 y 1944 a causa de las dos guerras mundiales. Por razones económicas y de mercadotecnia el nombre oficial de los Juegos ahora retrasados será Tokio 2020, mostrando así la cara más mercantilista del encuentro deportivo más importante del mundo, capaz de mover ingentes cantidades de dinero en patrocinios o derechos televisivos.

Una de las grandes virtudes del olimpismo consiste en que los participantes tengan la oportunidad de competir en condiciones de igualdad y puedan prepararse física y psicológicamente de una manera adecuada. Las políticas de confinamiento decretadas en muchos países alteraban claramente ese principio. La decisión del Comité Olímpico Español de prorrogar las becas del Plan Ado permitirá a los deportistas mantener sus programas de entrenamiento tras una interrupción tan inesperada como obligada. El olimpismo requiere juego limpio, imparcial y equitativo. El contexto actual, marcado por la expansión global de la pandemia, hacía imposible alcanzar esas metas.

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