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Opinión - 05.01.2019

Instrucciones para ganar un debate

La caricatura lleva el matiz a posiciones extremas y ridículas, y quizá no consigas profundizar en el tema o avanzar hacia algún tipo de entendimiento

Uno de los requisitos de la honestidad intelectual en un debate, decían, es enfrentarte al mejor argumento de tu rival. Pero no tenemos tiempo ni espacio para hacerlo, y además da pereza. Resulta más cómodo trazar una caricatura: no discutes con el discrepante, sino con una esencialización basada en la versión más burda de sus posiciones. Es lo que mejor conoces: las redes sociales y los medios amplifican los exabruptos de tus contrarios, y no ves las tonterías de los que están en tu bando.

La duda, según Borges, es una de las formas de la inteligencia, pero viene mal en este tipo de discusiones: resulta más práctico añadir una carga moral a tus opiniones (es decir, una carga inmoral a las del contrario). También es útil el sarcasmo, un blindaje que invalida los argumentos del otro. Viene bien el énfasis: la situación es inédita y extremadamente grave, al menos hasta que surja el siguiente tema. El ingenio rápido te ayudará más que la inteligencia o el conocimiento. Si tienes suerte, lograrás anular algunas opciones del rival: crear un tabú, una zona de exclusión dialéctica donde la mera mención de un tema o una duda señale que está fuera del discurso aceptable.

Te enfrentarás a citas sacadas de contexto, frases deliberadamente malinterpretadas y datos inventados. Quizá te decepcione un poco ver que tú también recurres a ellos. Pero, como decía el fotógrafo Ferdinando Scianna, “yo creía que era incorruptible y resulta que solo era caro”. Cuando se imponen esas leyendas, a menudo no merece la pena rebatirlas: no puedes enfrentarte a una ola, es mejor surfearla. Si la mayoría de la gente lo cree, llevar la contraria es solo pedantería: de todas formas, a nadie le importan mucho los datos, ¿para qué vas a atascarte allí?

La caricatura —supremacistas blancos, feminazis, extremo centro— lleva el matiz a posiciones extremas y ridículas, y quizá no consigas profundizar en el tema o avanzar hacia algún tipo de entendimiento. Pero, como aquel ejército que nunca perdió una batalla contra civiles desarmados, no perderás una pelea con enemigos imaginarios. Quizá recuerdes la frase de Adam Gopnik: “La luz que emiten los hombres de paja al arder no es iluminación”. Pero los aplausos de los tuyos y la satisfacción del momento mitigarán la sensación desagradable de que estás haciendo trampas al solitario. @gascondaniel

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