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Opinión - 03.04.2020

Este es el momento de la solidaridad europea

Es esencial una estrategia económica y financiera concertada contra la crisis del coronavirus

La pandemia de la Covid-19 es una conmoción mundial que está golpeando todas las economías. Europa se enfrenta a la peor crisis sanitaria desde la llamada gripe española, hace un siglo. Como consecuencia, las economías europeas van a sufrir muchos más daños de los previstos inicialmente. Y eso exige una reacción política concertada y bien coordinada, tanto en el plano nacional como europeo, para limitar los perjuicios económicos, preservar la estabilidad financiera y prepararnos para la recuperación económica una vez que la crisis sanitaria esté bajo control. La gravedad de la situación médica y la dimensión de los daños económicos y sociales requieren urgentemente la solidaridad europea.

Los Gobiernos de la UE han anunciado y han empezado a aplicar medidas fiscales para contener las repercusiones económicas. Se calcula que ascienden hasta ahora al 2,3% del PIB, de media, en 2020. Los programas de ayuda a la liquidez, consistentes en garantías públicas y aplazamientos de los pagos de impuestos para empresas y contribuyentes individuales, constituyen más del 13% del PIB. Para complementar las medidas nacionales y mostrar la solidaridad de Europa es indispensable que haya una estrategia coordinada de toda la Unión. La Comisión Europea ha relajado las normas de ayuda a los Estados y, junto con el Consejo, ha activado la “cláusula de escape” general del Pacto de Estabilidad y Crecimiento con el fin de permitir el incremento necesario del gasto fiscal. Es crucial que el Banco Central Europeo actúe para mantener el funcionamiento del sector bancario y los mercados financieros.

¿Qué otras cosas debe hacer Europa para acompañar las medidas nacionales? ¿Cómo puede activar rápidamente más financiación para ayudar a los Gobiernos, las empresas y las personas en todos los Estados miembros de la UE? A corto plazo, al menos para 2020, la solidaridad europea debería consistir en utilizar las instituciones existentes —la Comisión Europea, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE)— y sus respectivos instrumentos.

La Comisión Europea ha anunciado un plan de seguro de desempleo en toda la UE para preservar los puestos de trabajo durante la crisis del coronavirus. Además, la Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus, con un presupuesto de 37.000 millones, servirá para ayudar a los sistemas de salud, las pequeñas y medianas empresas (pymes) y los mercados de trabajo y pondrá a su disposición recursos de los fondos estructurales. El BEI ha propuesto un Fondo de Garantía Europeo. El MEE, con su capacidad financiera sin utilizar de 410.000 millones, podría ofrecer líneas de crédito a tipos de interés bajos. Entre los recursos del MEE hay instrumentos financieros para emplearlos en distintas circunstancias. Las líneas de crédito preventivas —hasta ahora nunca utilizadas— parecen el instrumento más adecuado. Esas líneas de crédito no hay por qué activarlas, pero tienen la ventaja de que, cuando un país necesita ayuda urgente, el dinero puede llegar a toda velocidad.

Cuando el BEI y el MEE incrementan sus medidas, necesitan emitir bonos para financiar sus préstamos. El BEI y, en menor grado, la Comisión Europea emiten deuda a disposición de los 27 miembros de la UE, mientras que el MEE lo hace con los 19 de la eurozona. Las tres instituciones emiten deuda mutualizada, es decir, deuda europea, desde hace ya muchos años. En la actualidad, poseen entre las tres alrededor de 800.000 millones de euros en deuda europea pendiente. Proporcionan financiación con unos tipos de interés muy inferiores a los costes de financiación de la mayoría de los Estados miembros y han demostrado ser eficaces y competentes, incluso en circunstancias adversas.

Existen propuestas para crear instituciones o instrumentos nuevos, pero eso lleva un tiempo que ahora mismo no tenemos. Al comienzo de la crisis del euro, el primer fondo europeo de rescate provisional, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, tardó siete meses en emitir su primer bono. Fue una muestra de velocidad increíble en comparación con otras instituciones similares que tardaron hasta tres años. Para crear deuda europea nueva es necesario contar con capital, garantías o unos ingresos asignados, además de un sistema legal y de gobierno en marcha.

Con la vista puesta más allá de este año, podrán diseñarse soluciones de más amplio alcance, que serán necesarias para ayudar a que las economías europeas se recuperen de la convulsión de la pandemia. El próximo Marco Financiero Multianual se centrará en luchar contra las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus. Podríamos tener en cuenta, por ejemplo, qué Estados miembros sufren los peores efectos económicos. Seguramente, Italia no debería ser contribuyente neto al presupuesto de la UE durante los próximos años. Además, el BEI podría aumentar su capital, lo que le permitiría prestar más dinero durante varios años. Y el MEE tiene capacidad de préstamo.

Este es el momento de la solidaridad en Europa. Si queremos proteger el Mercado Único de la UE, no basta con que cada uno rescate su propia economía. A cada miembro de la Unión le interesa que los demás miembros superen esta crisis.

Klaus Regling es director general del Mecanismo Europeo de Estabilidad.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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