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Opinión - 29.12.2018

El DNI de los españoles y la merluza a la vasca

Allí donde no se ha instalado la tregua navideña, entras a comprar lo que sea y en vez despedirte con un “felices fiestas” te sale un “y no te pongas chulo que te puede caer a ti también”

Se hacía eco este periódico el pasado miércoles de una lamentable escena acaecida en un comercio de Madrid. Una mujer tenía una bronca con el dependiente y le señalaba —literalmente, porque usaba el dedo índice— que él no era español. Además, le amenazaba con quitarle el DNI porque, Santa Rita, Rita, “los DNI y los pasaportes, igual que se dan, se quitan”. Las imágenes fueron grabadas por el dependiente y difundidas por una ONG contra el racismo. Como políticos y organizaciones ya se han pronunciado sobre el asunto, tal vez merezca la pena acentuar sobre varios detalles y una pequeña reflexión.

No está claro qué origina la discusión, pero da igual, porque el tema acaba tratando sobre la españolidad del otro. Esto es muy nuestro. La falta de contexto no permite saber si la mujer es así siempre o se trata de un calentamiento previo a la cena de Nochebuena o Nochevieja. En el País Vasco descubrieron hace mucho —en algunos casos, por desgraciadas razones— que lo ideal en la mesa es hablar de la merluza. A la vasca. Pero allí donde no se ha instalado la tregua navideña, entras a comprar lo que sea y en vez despedirte con un “felices fiestas” te sale un “y no te pongas chulo que te puede caer a ti también”.

En segundo lugar, la mujer suelta una barbaridad sobre los requisitos para ser español y se acoge “al ordenamiento jurídico que hay que conocer”. Obviamente, ella no lo conoce, pero lo invoca. Esto también es muy nuestro y muy de cena con la familia. Finalmente, el dependiente es capaz de replicar a una persona que trata de humillarlo y a la vez lo graba con su móvil. Como es un hombre, solo puede tratarse de un millenial.

Convendría recordar algo sobre lo español antes de sacar la máquina de repartir carnets. Puestos a elegir entre un español —en este caso, española— que no ha elegido su país, que amenaza y que se inventa las leyes solo para tener razón, y uno que a la humillación responde con calma y que ha elegido nuestro país y lo reclama, quien escribe se queda con el segundo. Tan español como la primera. Por cierto, la merluza está estupenda.

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