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Opinión - 09.01.2019

Cuántas dictaduras caben en ti

En 40 años hemos pasado de llamar dictadura a un régimen político a llamárselo a una opinión contraria

Uno de los mejores síntomas del progreso en España es que en 40 años hemos pasado de llamar dictadura a un régimen que prohibía los partidos políticos y encarcelaba y fusilaba a los disidentes a llamar dictadura a no poder escribir nada sin que los demás te contesten. En eso, básicamente, consiste la dictadura del feminismo radical que proclamó ayer la vicesecretaria de comunicación del PP, Isabel Díaz-Ayuso, y que tantos defensores tiene en su oficio y el mío: no hay manera de decir nada sin que aparezca una opinión contraria. Se trata de una clase de dictadura, como la de la corrección política, que desaparecería automáticamente si desaparece la democracia. Se considera democracia el sistema político que te da derecho a vivir bajo la dictadura que prefieras.

Como no todo son buenas noticias, un país en el que el 95% de los condenados por violencia en la pareja y prácticamente el 100% de los agresores sexuales son hombres se ha puesto a discutir en los medios de comunicación de masas, no en un chat de zumbados, si existe la violencia de género. Es decir, si esos porcentajes son casualidad o tiene algo que ver el género de los agresores y el de las agredidas. Todo ello animado por un partido ultraderechista que quiere eliminar los “chiringuitos” feministas, palabra que hace años hubo que acomodar al ámbito administrativo para poder explicar a qué se dedicaba en la vida Santiago Abascal, el líder de ese partido. Partido cuyos jefes y animadores no reconocen las cifras oficiales de violencia de género por venir de las instituciones, como explicó el escritor Sánchez Dragó, que ha dicho documentarse con memes: cómo va a aceptar nadie las cifras aportadas por el mismo Gobierno que decreta la ley. Quién se va a creer que hay tantos accidentes de tráfico en España si es ¡la propia Dirección General de Tráfico! la encargada de contabilizarlos con el objeto de restringirnos el alcohol y la velocidad.

Son tiempos extraños, tal y como ha confesado la propia Isabel Díaz-Ayuso: “Para ser mejor mujer no tengo por qué ser feminista”, es decir, que para ser mejor mujer no hace falta querer que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Ella misma anticipa otra dictadura (no damos abasto): una encabezada por Podemos tras la formación de un nuevo Frente Popular.

Así que 40 años después de la muerte de Franco no se puede decir que a España le hayan ido mejor las cosas. Sobrevive la dictadura franquista enmascarada en una falsa democracia, ha emergido la dictadura del feminismo radical y está en su apogeo la dictadura de lo políticamente correcto. Todas tienen algo en común: están formadas por demócratas. De esta manera, uno es más demócrata según el número de dictaduras a las que esté sobreviviendo; la única enseñanza es que no se puede ser demócrata en una democracia.

Como demócrata que también soy yo, aunque no sé cuánto tiempo podré sobrevivir sin opresión, asumo las críticas recibidas en los últimos días por haber dicho una sandez contra el partido Vox. Tras leer las opiniones de su hombre elegido para ser candidato a gobernar Andalucía y el hombre que acaban de fichar para comunicar mejor (lo debí haber hecho antes) tengo que rectificar: Vox, además de ser homófobo únicamente respecto a los gais, no está contra las mujeres ni ha hecho de ellas su caballo de batalla, como dije en la cadena SER. Solo contra las putas, las gordas, las bolleras, las brujas, las piojosas y las feminazis. Las demás, les gustan. Sin machismos ni historias.

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