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Opinión - 22.03.2019

Cambio de clima

Esperemos que esta movilización no madure, sino que se radicalice, que no pacte antes de tiempo

A la niña ya la habíamos visto, en una de esas películas que se hacen en Estados Unidos para que sean legendarias: Valor de ley. Ya tenía en el filme ese tono seguro, esa dicción perfecta, que obligaba al espectador a quedarse amarrado a la butaca hasta el final de la película.

Greta Thunberg ya nos tenía avisados sobre el poder de su voluntad y lo justo de su causa. Ella y Hailee Steinfeld, en el papel de Mattie Ross, se dirigen al numeroso público que escucha sus discursos con la misma determinación, y con la misma seguridad, la que les proporciona saber que lo que dicen no se puede rebatir.

Lo que nos importa, en todo caso, no es el tono que utiliza Greta, pero sin ese tono sería muy difícil que su mensaje nos llegara con la contundencia con que lo ha hecho. Pero es preciso tomar en cuenta el factor del mensaje: lo que nos dice Greta nos impresiona porque tiene un tono que solo se puede conseguir si lo que se dice es cierto. O sea, que España, sin ir más lejos, tira cada día al mar noventa toneladas de plásticos. Eso incluye, por supuesto, el envase de plástico que tira nuestro hijo ecologista a la basura, después de reutilizarlo varias veces con agua del grifo.

La lucha medioambiental se parece mucho a la bronca diaria que exige la otra causa política por la que vale la pena luchar en nuestros días, la de las mujeres por la igualdad. En los dos casos, los gestos cotidianos son imprescindibles. A la eliminación del piropo callejero, le corresponde la negativa a aceptar una bolsa de plástico en la panadería. Ni más piropos ni más bolsas de plástico. No es mal eslogan para unir dos causas que piden a gritos la misma consideración por la misma gente en las manifestaciones.

Mattie y Greta nos lo están exigiendo todos los días. Con una determinación que obliga a tentarse la ropa antes de decir que no.

Pero esperemos que esta movilización, que sucede con el más que razonable argumento de que posiblemente no haya madurez suficiente entre nuestros políticos, no sea absorbida por el sistema con un eficaz abrazo lleno de paternalismo entusiasta. Esperemos que esta movilización no madure, sino que se radicalice, que no pacte antes de tiempo.

Los datos son claros. Y Greta y Mattie los dicen con determinación.

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