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Opinión - 19.06.2019

Acuerdo en peligro

Si Irán supera el límite de uranio enriquecido habrá dado un peligroso paso para la estabilidad de Oriente Próximo

Si Irán cumple lo anunciado y dentro de ocho días supera el límite de uranio enriquecido que le permite almacenar el acuerdo nuclear —firmado en 2015—, habrá dado un peligroso paso para la estabilidad de Oriente Próximo entrando de lleno en el juego de escalada de tensión iniciado por Donald Trump hace un año, cuando decidió retirar unilateralmente a EE UU del tratado.

Teherán además ha anunciado que en dos meses y medio incumplirá otra importante cláusula del acuerdo, la que hace referencia a la cantidad de agua pesada que puede almacenar, añadiendo presión a una amenaza que ya fue anunciada el pasado 8 de mayo por el presidente Hasan Rohaní.

El Tratado de No Proliferación (NPT), firmado por Irán, EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China, constituyó un hito en las relaciones internacionales al instaurar una manera eficaz y razonable de controlar la carrera armamentística nuclear en Oriente Próximo, al tiempo que permitía el desarrollo de la industria nuclear civil y sentaba las bases para el levantamiento de las sanciones económicas a Teherán que amenazaban con estrangular su economía. Se trató, sin duda, de un éxito de la diplomacia, así como de una oportunidad de acercamiento entre Washington y el régimen iraní sin precedentes desde la revolución de 1979. Fue un ejemplo de la eficacia del multilateralismo en un momento en el que ya comenzaba a instalarse en la opinión pública el discurso populista que denigra a instituciones, organismos e iniciativas que mediante el diálogo y la negociación, por muy largos que sean, persiguen acuerdos duraderos.

Es cierto que el acuerdo con Irán presentaba algunas carencias, como la no inclusión del programa balístico que Irán desarrolla o la financiación a grupos como Hezbolá, pero en vez de considerarlas elementos para seguir negociando y ampliar el tratado, Trump las enarboló como razones suficientes para rechazar el acuerdo, abandonarlo y volver a imponer sanciones a Teherán. La reacción iraní ha sido subir la apuesta, al tiempo que declara que todavía hay tiempo para una solución. Pero Irán ha entrado en un arriesgado juego en un escenario de creciente tensión al que se han sumado ataques —hasta el momento de origen desconocido— contra petroleros en el golfo Pérsico en medio de un cruce de acusaciones.

El anuncio iraní deja además a Europa ante una situación casi irrevocable. Los países europeos han defendido desde el primer momento el tratado y abogado por el levantamiento de sanciones, pero su violación definitiva no les dejará más remedio que volver a un estado anterior de sus relaciones con Teherán. Un paso atrás que no es bueno para ninguna de las partes.

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