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Opinión - 08.09.2019

¿Acaso Plácido Domingo canta ahora mejor?

Ya no hablamos de que sus presuntos delitos opaquen su obra, sino de que su obra opaque sus delitos

Ante las acusaciones de abusos que han emergido a partir del MeToo, los defensores de los señalados suelen apelar al valor de su arte como único baremo de juicio. Y tienen razón. Las películas de Polanski o Woody Allen, los libros de Thomas Mann o la música de Michael Jackson son las referencias comodín para justificar que sigamos disfrutando de su arte. Pero con Plácido Domingo ha ocurrido justo lo contrario.

Desde que ha sido señalado como presunto abusador en una investigación de la prestigiosa agencia AP, los aplausos a su actuación se han multiplicado en Salzburgo como si hubiera cantado mejor y las loas del sector le han exculpado de antemano. Ahora da la impresión de que su calidad artística le hace merecer el perdón por sus posibles delitos. Ya no estamos hablando de que sus presuntos delitos opaquen su obra, como alegan los críticos del MeToo, sino de que su obra opaque sus delitos.

Curiosa diferencia entre la reacción en EE UU, donde se han cancelado sus actuaciones, y la de Europa, donde se le aplaude con más ganas. Y curioso rizo el de quienes temen el MeToo. En el fondo, ponen en evidencia la emocionalidad de sus posiciones frente a la levedad de sus argumentos. Y eso tal vez es un avance.

Después de ese aplauso en Salzburgo, llegaron nuevas acusaciones contra Domingo. Ya suman 20. Además, una productora que ha trabajado con él en Los Angeles y en Houston revela que aplicaban una especie de protocolo para evitar dejarle solo con mujeres jóvenes. “Montábamos estrategias elaboradas para mantenerlo alejado de ciertas cantantes”, dice Melinda McLain. Intentaban incluir hombres en su camerino e invitar a la esposa del cantante como antídoto. Al parecer, el tenor necesitaba carabinas para frenar sus impulsos, nos ha contado con sus nombres y apellidos esta Melinda McLain que ni es anónima, ni cantante, ni trepa, como alegan los críticos sobre la mayoría de las denunciantes.

Otra curiosidad interesante es que sus defensores han llegado más lejos que el propio Domingo, que nunca ha negado las acusaciones sino que las ha considerado inexactas y atribuibles a un cambio de valores y estándares de comportamiento en estos años. Y la pregunta: además de seguir atentos a las investigaciones, ¿habrá que medir la intensidad de los aplausos para juzgar la veracidad de la acusación? ¿O es que cada vez va a cantar mejor?

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