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Internacional/Mundo - 10.01.2019

Judíos señalados en Israel (y más allá)

A la secta ultraortodoxa Lev Tahor le acompaña la polémica en los 4 países donde se ha asentado

Las autoridades les señalan por su severísima aplicación de la Torá y por casos de abusos y maltratos

Se sienten judíos como el que más. Tanto que persiguen la pureza de sus orígenes con tal ahínco y severidad que acaban por despertar la alarma incluso entre los suyos. Los miembros de Lev Tahor siguen a rajatabla el jasidismo, un movimiento ortodoxo del judaísmo que fundamenta sus preceptos en el misticismo de la Cábala y en una interpretación extremadamente estricta de la Torá, el texto sagrado sobre el que reposa el patrimonio identitario del pueblo de Israel. Tan excesivo es el rigor que aplican a sus normas de convivencia en esta secta ultraortodoxa que han sido definidos como los judíos talibanes por sus propios compatriotas, empujándoles a una suerte de diáspora rumbo a diferentes destinos de América. Tampoco allí han conseguido sacudirse la estela de polémica que les acompaña desde su fundación, durante la pasada década de los 80. La última de sus controversias fue hace unos días, con la detención de cuatro de sus miembros acusados de secuestrar a dos menores en Woodridge, una localidad próxima a Nueva York.

La situación adquiere tintes de drama de telefilme al conocer la identidad de las víctimas: Chaim y Yante Teller, hermanos de 12 y 14 años e hijos de Sara Helbrans, a la sazón hija del fundador de la secta, Shlomo Helbrans, y hermana del actual líder, Nachman, uno de los arrestados por la policía neoyorquina. El rapto, ocurrido el 8 de diciembre, se produjo poco después de que Sara denunciara en una revista ultraortodoxa que su hermano estaba planeando un suicidio colectivo en la comuna. La gota que colmó el vaso para que se decidiera a huir con sus seis hijos en busca de una vida alejada de las reglas extremas del entorno en el que se estaban criando. En el colectivo, integrado por cerca de medio millar de miembros, son habituales los casos de abusos sexuales, matrimonios forzosos de chicas jóvenes con hombres bien entrados en años y el castigo físico infantil.

Antes despertaron las alarmas en EEUU, donde en 1993 Helbrans padre fue acusado de lavar el cerebro a un chico de 13 años mientras le adoctrinaba para el bar mitzvah, el ritual que sigue el judaísmo para celebrar la llegada de la edad adulta. El cabecilla de Lev Tahor –que significa Corazón puro– fue condenado, cumplió dos años de prisión y fue deportado a Israel, antes de establecerse con sus adeptos en la localidad canadiense de Sainte-Agathe, donde se repitieron las sospechas de las nefastas condiciones de convivencia y crianza de los pequeños. En Guatemala, su siguiente destino, el entorno también se sublevó contra un estilo de vida que consideraron una «amenaza». Nada ha cambiado en exceso en su nuevo destino, en el estado mexicano de Chiapas.

Antisionismo

Vayan donde vayan, tienen encontronazos con la justicia, los vecinos y las autoridades locales, que, además de las acusaciones de prácticas ilegales, miran con recelo algunas de sus costumbres y normas más controvertidas. Las mujeres van ataviadas con largos vestidos negros que apenas dejan ver su rostro, tienen muy limitada su participación en la vida pública, así como vetada su presencia en templos y áreas de culto. Una segregación que se aplica ya desde la infancia, con niños y niñas haciendo vida por separado incluso para jugar.

Consideran que las tecnologías «contaminan» las bases de una recta educación y la mantienen vetada en todos sus asentamientos. En contraposición, se rigen por la tradición de las normas sagradas del kashrut, que define los alimentos permitidos (kosher) para seguir los preceptos del judaísmo. Tal es el celo aplicado que se excluye de la dieta a espinacas, lechugas y otras verduras con hojas ante la posibilidad de que puedan tener insectos. También se prohíbe la adquisición de cualquier alimento que haya sido procesado, desvirtuando su origen natural.

Normas cuanto menos controvertidas para la mayoría de los mortales, no así para los devotos de esta comunidad ultraortodoxa, que se consideran inofensivos y achacan su «asedio» a motivos políticos. Antes de fallecer en un río durante una liturgia en el 2017, Helbrans siempre sostuvo que hay poderosos lobis judíos que equiparan la ideología de Lev Tahor con el antisemitismo por su condición de «antisionistas», reacios como son a la idea de fundar un Estado nación en tierra israelí. Un cometido que creen que debe recaer en la voluntad divina, nunca en la del hombre.

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