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Internacional/Mundo - 16.05.2019

‘Face to black’, la lucha por la supervivencia bajo el Estado Islámico

El fotógrafo Ricardo García Vilanova recoge en su libro un recorrido de nueve años fotografiando el ascenso y la caída del EI en Siria, Libia e Irak

El primer plano de un niño de ojos azules en el interior de una cueva en Idlib (Siria); un ‘check point’ militar en Sirte (Libia) reflejado en el cristal del coche de una familia libia que huye del Califato o la postal del paisaje devastado del último bastión del Estado Islámico en el 2019 en Baguz, (Siria).

El fotoperiodista Ricardo García Vilanova (Barcelona 1971) plasma en su último libro Face to Black. Ascenso y caída del Califato del ISIS 2011-2019 (Editorial Blume) los horrores la vida bajo el llamado califato islámico en Siria, Libia e Irak. Face to Black (Fundido a negro) es el trabajo de nueve años siguiendo los pasos del nacimiento, madurez y desaparición del autoproclamado Estado Islámico con el foco puesto en aquellos que han sufrido y luchado contra su presencia: la sociedad civil siria, libia e iraquí. 

Vilanova entró por primera vez  en Siria en el 2011, cuando el pueblo sirio tomó las calles del país pidiendo democracia. Desde entonces ha vuelto decenas de veces, trabajando en numerosas ocasiones bajo la precariedad del ‘freelance’. «¿Por qué vuelves?», le interrogó Jordi Évole durante el acto de presentación del libro en el CCCB de Barcelona el pasado jueves, «porque tengo fe y un compromiso social», responde el fotográfo.

Un juego de luces y sombras; imágenes desenfocadas; miradas evasivas, rostros desencajados; el llanto de un joven en un hospital; un cuerpo inmóvil; la ciudad en ruinas tras los cristales de un coche. Vilanova está inmerso en las historias de los personajes, pero no molesta. Silencioso, casi mimetizado con la atmósfera. Confiesa su secreto, «tienes que pasar el tiempo suficiente para ganarte la confianza de las personas, que se olviden de tu presencia allí, de que eres periodista». 

«El estilo de Vilanova es muy personal, siempre reconocerás una fotografía suya», dice la fotógrafa Sandra Balsells de quien fue su alumno, mostrándose orgullosa de los más de 25 años de trayectoria del fotógrafo: «·Es un placer cuando el estudiante supera al profesor». Sus imágenes, tomadas siempre con un objetivo gran angular, tienen el sello propio de un trabajo realizado bajo la constancia y el respeto por el dolor ajeno.

A finales del 2012, Vilanova estuvo retenido durante 11 días en Alepo, tras su liberación siguió trabajando detrás de una cámara en Siria. «No volvió a casa a contar penurias», escribe en el prólogo del libro Gervasio Sánchez, maestro de aquellos que fotografían las entrañas de la guerra. En septiembre del 2013 fue secuestrado de nuevo mientras cubría la radicalización del país y la masacre del régimen a su población. Compartió cautiverio en las cárceles del Estado Islámico con el periodista de EL PERIÓDICO Marc Marginedas y de el diario ‘El Mundo’, Javier Espinosa,  lo que califica de «accidente laboral«. No esconde las heridas ni el trauma porque dice no haber sentido los síntomas. Tampoco hace gala de sus vivencias en cautiverio, puesto que «contar mi historia y no la de la sociedad civil sería una falta de empatía con las personas que están atrapadas allí». 

Precariedad en el oficio

Son sus silencios quien definen su trabajo tras el visor. «No creo en ese aura que tiene el periodista de guerra» y cuestiona la figura del «paracaidista«, aquellos profesionales que llegan en manada en momentos puntuales y se van dejando un rastro de falta de empatía por el camino.

Vilanova comenzó -como muchos grandes del oficio- «haciendo bodas para pagarme los viajes como freelance» y le molesta la precariedad en el oficio de contar los desastres de la guerra. Tampoco se muestra positivo sobre el futuro, puesto que «los medios no invierten en ese tipo de periodismo que implica tiempo y recursos». 

Siempre quedarán los libros como ‘Face to Black’ para publicar esas imágenes molestas, que no dejan indiferente al espectador, que revuelven las entrañas y cuestionan a la sociedad pasiva. «La sociedad, los políticos son quienes tiene la capacidad de hacer un cambio, no tanto las fotografías», sentencia Vilanova.

Con la mirada puesta ahora en Yemen –el país lleva desde el 2015 sumido en una guerra civil sin testigos- Vilanova, que ha cosechado diversos éxitos y premios durante su carrera, seguirá retratando el sufrimiento ajeno con la pasión y la profesionalidad de quien es capaz de convivir y entender el día a día bajo la adversidad. 

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