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Internacional/Mundo - 21.05.2019

«Aisha pasó sus últimos momentos consciente con una desconocida»

Una niña gazatí de 5 años fue operada en Jerusalén de un tumor cerebral sin que sus padres ni otros familiares pudieran acompañarla por falta de permiso israelí

Israel asegura que los progenitores no quisieron salir de Gaza con su hija, que regresó a la franja inconsciente, tras la operación, y murió días después

Aisha al Lulu tenía 5 años. Vivía en el campo de refugiados de Al Burej, en Gaza. Hace unos meses empezó a quejarse de dolor de cabeza y a vomitar. Sus padres la llevaron a un hospital de la localidad de Deir al Balah, «donde solo le dieron pastillas para el dolor», explica a este diario una de sus tías paternas, a la que llaman madame Fadwa.  

Poco después, derivaron a Aisha al Hospital al Shifa, de Gaza ciudad, donde le hicieron un TAC y descubrieron que tenía un tumor en la parte baja del cerebro y líquido que le drenaron. En Gaza no disponían de los medios para operarla y se iniciaron los trámites para trasladarla al Hospital al Makased, un centro palestino de Jerusalén este

«Mi hermano Wisam, el padre de Aisha, solicitó permiso a Israel para salir de Gaza con su hija y acompañarla a Jerusalén, pero se lo denegaron. La madre, Muna, ni siquiera puede optar a un permiso porque llegó hace unos años de Libia y no obtuvo autorización de Israel para tener carnet de identidad palestino. Entró en Gaza desde Egipto», relata madame Fadwa.

«Diversos familiares, yo incluida, pedimos permiso para ir con mi sobrina a Jerusalén, pero nos lo denegaron a todos», asegura la tía de Aisha, que ha salido de Gaza a través de Israel en varias ocasiones.

Una voluntaria

Ante la imposibilidad de que la pequeña fuera acompañada de un familiar, la señora que limpia la casa de madame Fadwa, Um Mohamad al Adas, se ofreció para intentar obtener la autorización israelí y viajar con la pequeña Aisha, la segunda de cinco hermanos de entre uno y 7 años.

«Me dieron el permiso enseguida. Salí de Gaza con la niña el 17 de abril. No me conocía de nada, no me había visto nunca, y lloraba mucho, solo quería estar con sus padres», cuenta Um Mohamad en su humilde hogar, en el campo de refugiados de Al Shati, en Gaza.

En el hospital Al Makased hicieron pruebas a Aisha y la operaron. Los cirujanos informaron a la familia de que la intervención había ido bien. «Hablaban con mi hermano (el padre) por teléfono para explicárselo todo. Solo querían hablar con los padres», dice madame Fadwa, mientras muestra un vídeo de Aisha en el Hospital al Shifa en el que aparece con la cabeza vendada y jugando con una muñeca, antes de salir de Gaza.

«Hubo algunas informaciones médicas contradictorias. Al principio afirmaron que le habían podido quitar todo el tumor, pero luego dijeron que habían dejado una pequeña parte», comenta la tía en su domicilio de Gaza ciudad, en un edificio que pertenece a su familia y en cuyos bajos tiene una tienda de vestidos de novia.

Sin recursos para pagar una ambulancia

Aisha se recuperó de la intervención y «hablaba, comía, estaba bien, pero al cabo de tres o cuatro días empezó a tener problemas», comenta Um Mohamad. La niña fue trasladada al Hospital Augusta Victoria de Jerusalén. «No veía bien, no podía hablar, ni beber, ni comer. Cada día estaba peor hasta que se quedó como muerta. Respiraba, pero ni se movía», recuerda Um Mohamad.

Los médicos aseguraron que no podían hacer nada por la pequeña y la mandaron de vuelta a Gaza. La administración del centro hospitalario informó a Um Mohamad de que trasladarla en ambulancia hasta la frontera con la franja (una hora y cuarto de camino) les costaría 1.500 NIS (unos 375 euros), demasiado dinero para ella. «Yo no tenía esa cantidad y tuvimos que coger un taxi. Envolvieron a Aisha en unas sábanas y me la llevé en brazos. Estaba como muerta», dice Um Mohamad.

Al llegar a la terminal israelí de Erez para cruzar a Gaza, les facilitaron una silla de ruedas, pero solo para el tramo israelí. El túnel de casi dos kilómetros al aire libre que comunica la terminal con Gaza lo recorrieron en un tuc-tuc, como llaman en la franja a los vehículos del estilo de los carritos de golf.  Al otro lado, esperaba el padre de Aisha. La llevaron al Hospital Al Shifa. Era un 8 de mayo. Siete días después, Aisha dejó de respirar.

«Era una niña muy lista, con una madurez superior a su edad, y muy dulce», rememora su tía Fadwa mostrando un vídeo que grabó Um Mohamad en el que ya se aprecia que la pequeña empezaba a tener problemas para mantener los ojos abiertos y comer. «Lo más duro es pensar que Aisha pasó sus últimos momentos consciente sintiéndose sola, con alguien a quien apenas conocía, lejos de sus padres, lejos de toda su familia porque nos denegaron los permisos. Y no nos pudimos despedir de ella», lamenta madame Fadwa.

Respuesta israelí

El coordinador de las actividades del Gobierno israelí en los territorios palestinos (COGAT) aseguró ayer en un comunicado que aprobó la entrada de Aisha en Israel después de que sus padres firmaran «un documento conforme no querían salir de Gaza con ella. En cambio, solicitaron que saliera acompañada de una amiga de la familia». 

Según el COGAT, el organismo que implementa la política civil del Gobierno israelí respecto a Gaza (Coordinación y Administración de Enlace) «requiere que los padres acompañen a sus hijos menores para tratamientos médicos (…) porque los niños necesitan a sus padres en momentos como este. Sin embargo, en este caso, los padres de Aisha no quisieron acompañarla«, reza el comunicado del COGAT.

La tía de la pequeña responde de forma contundente: «Es mentira. Claro que quisieron acompañarla, y yo también, y otros tíos, pero no nos concedieron los permisos. No te puedo enseñar ningún documento porque nos informan de la denegación del permiso de palabra, a veces con un sms. Tengo otra sobrina que salió de Gaza el mismo día de Aisha para operarse en Ramala (Cisjordania) y tampoco fue con sus padres por falta de permiso. Se fue con una tía lejana».

Fadwa cree que si Aisha no hubiera nacido en Gaza, probablemente aún estaría viva.

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